Inestabilidad social

Todo empezó cuando la inflación comenzó a superar ampliamente la tasa de interés ofrecida por los bancos para los plazos fijos. 
Desde ese instante (aproximadamente fines de 2007) comenzamos a ahorrar y pensar, nuevamente, en dólares por la harto conocida desconfianza histórica al peso argento.
Hasta ese momento, la política económica (heredada del duhaldismo) era lo que el liberalismo más ortodoxo puede recomendar: superávit fiscal, superávit comercial y moneda nacional devaluada y flotante.
El problema no es la medida económica con las tasas de interés en si misma, muchos pueden intentarlo y tener éxito. El problema está en que a partir de ese mismo instante, el que decide que debe hacer cada uno de los actores económicos es el estado y sus aliados políticos de turno, lo que tampoco representa un inconveniente en si mismo, siempre y cuando los que deben cumplir con las normativas o hacer lo que se espera que hagan según lo planificado por la política económica, estén predispuestos a hacerlo y también necesariamente confíen en la capacidad y honestidad de los planificadores.
Finalmente acá esta el nudo de la cuestión y es lo que increíblemente todos los políticos, pensadores y entusiastas en general de la izquierda no logran comprender y es que para tener alguna chance de éxito debe haber una sociedad preparada para estas políticas y que debe ser, a su vez, lo más parecida posible a la sociedad sueca, por dar un ejemplo representativo. De otra forma el fracaso está garantizado.
Por ejemplo, la política de transporte consistente en subsidiar las empresas para que estas dependan en su funcionamiento de las directivas del "plan", si no se dan estas condiciones, finalmente los empresarios terminan haciendo lo mínimo e indispensable y sacando todo el provecho posible antes de que llegue el esperado fracaso (enriquecimiento ilícito de por medio). Algo muy similar sucedió con la política energética. También tiene el mismo mecanismo el control de precios. Obviamente se pueden citar muchos casos más.
Si no se dan los resultados esperados, lo aconsejable es cambiar de política antes de que sea demasiado tarde. De no hacerlo, la falta de cumplimiento de las expectativas y las circunstancias van obligando a adoptar prácticas cada vez más autoritarias para intentar acercarse a los objetivos previsto (Venezuela es un ejemplo paradigmático) e ir dejando a un lado las instituciones, incluso sometiéndolas (el Congreso de la Nación es otro buen ejemplo en éste caso).
Finalmente si se insiste, cuando ya no hay chances de seguir con esta política no queda otra que la implosión, ya que cambiar de modelo es imposible a esta altura de los acontecimientos. Con el tremendo agravante que ya no quedan instituciones en pié capaz de hacer retomar el rumbo o controlar la situación de producirse una crisis severa.
Parece que en este lugar estamos parados los argentinos a lo que, lamentablemente, hay que agregar que se da en un momento con 25% de pobreza (después de 10 años de "crecimiento") y con recaudación impositiva récord histórico.
Este triste panorama hace prever situaciones muy graves de producirse un clásico ajuste de la economía no planeado, crisis mediante, ya que caerían drásticamente los fondos del gobierno y, sumado a la caída de la actividad económica, la pobreza se iría a niveles extraordinarios.
Los hechos que afectaron recientemente a Córdoba cuando todavía podemos "disfrutar"de un alto nivel de actividad económica permite más o menos predecir lo que puede suceder de producirse lo que todos esperamos nunca llegue.

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