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Mostrando las entradas de noviembre, 2015

Envidia y codicia, los dioses de nuestro olimpo

Si la sociedad fuera consciente de que su pasado, presente y futuro dependen, en gran parte, de la actividad de un instinto o pulsión que se manifiesta a través de la ambición (o la codicia) y la envidia (o el resentimiento), sin duda alguna le daría toda la importancia que corresponde. Es precisamente eso lo que intento a través del blog y del libro ofrecido en él. Cuando observamos el desastroso efecto de la corrupción de los gobernantes en el desarrollo de toda una nación y la proyectamos al resto de las naciones del planeta y descubrimos que el motivo clave para que ésta peste se extienda como una pandemia está en algún primitivo rincón de nuestro cerebro, cuya actividad la llamamos instinto o pulsión traducida a veces en la ambición o codicia, no podemos ignorar su tremenda importancia. Vale exactamente la misma consideración cuando analizamos desde esta perspectiva el calentamiento global, con la contaminación por el uso de combustibles fósiles para sostener y aumentar la ac

Envidia y codicia, dos armas destructivas

El instinto o pulsión protagonista de este blog es como una moneda. En una cara está la codicia y en la otra la envidia. La presión del instinto por superar al otro se manifiesta con mayor asiduidad en el ámbito económico y cuando es muy intensa deriva habitualmente en la codicia. La codicia es la responsable de la audacia que vemos cuando los "emprendedores" se animan a incursionar en negocios en tierras hostiles, como medio oriente para dar un ejemplo muy actualizado en cuanto a conflictos se refiere. En la otra cara, la envidia es el resultado de la presión del instinto por evitar que los que nos superan no saquen más ventajas y de ser posible igualarlos. Cuando este proceso se descarrila surge la envidia y cuando las diferencias son abismales, deriva en el resentimiento y el odio. Una clara consecuencia de este fenómeno es el extremismo y de nuevo, un ejemplo muy actual es el fundamentalismo islámico. Siempre debe recordarse que son procesos absolutamente subconsci