Irán-EEUU, envidia y codicia.





Se debe comenzar cualquier análisis sobre este tema con el reconocimiento de que los iraníes, por su Cultura cívico-política (condicionante fundamental del Capital Social de los pueblos y éste, a la vez, factor principal que determina cuán lejos puede llegar en auto-desarrollo un pueblo), fueron y aún son incapaces de generar un Estado dinámico capaz de autoproveerse de capitales, emprendedores e innovadores con la preparación y cantidad suficientes para explotar y refinar el petróleo de manera competitiva en el marco del inevitable capitalismo global. Obviamente, menos posibilidades aún tienen en áreas económicas en las que no influye la posesión de recursos naturales.
¿La solución? la de siempre, atraer capitales y tecnología extranjera apta para utilizar los recursos y obtener lo que es posible para el país a cambio de la entrega de la explotación de esos recursos (con la minería en países subdesarrollados sucede algo similar)
Ese "posible" de obtener a cambio de la entrega de los recursos en países como Irán es siempre limitado porque los capitales saben que van bajo un altísimo riesgo toda vez que son conscientes que ahí los odian y por tanto, cuanto menos se lo esperen, el negocio y las inversiones pueden quedar en manos de algún fanático dictador revolucionario, por lo que las ganancias exigidas son siempre mucho más elevadas que los que una economía dinámica requiere.
Así pasa y pasó en Irán con la caída del Sha de Persia. Pasa y pasó en México con Cardenas. Pasa y pasó en Venezuela con Chávez y en cuanto país subdesarrollado existe con reservas petroleras (Argentina misma es otro ejemplo de ello con Shell, Esso, las privatizaciones, las estatizaciones y como ahora que no sabemos cómo hacer para que los inversores poseedores de la tecnología y el capital necesario para el fracking, se animen a venir a Vaca Muerta dejando en el rincón del olvido las ideas que identifican al gobierno de turno).
Y el dictador revolucionario, tarde o temprano, siempre aparece porque las altísimas ganancias exigidas a cambio del riesgo (y que además son ganancias que van al riquísimo y afortunado pueblo supuestamente explotador del pobre y trabajador iraní o venezolano o mexicano o argentino o del país subdesarrollado se evalúe) producen un enorme resentimiento en grandes mayorías que los lleva
a apoyar masivamente a psicópatas como los de la revolución islámica que formó a su vez a la guardia de la revolución del que era líder el finado cuya muerte desató la crisis actual.
En definitiva, la codicia de los occidentales los animó y anima a invertir donde los odian con toda el alma producto de la envidia generada por las desigualdades de oportunidad, de riqueza y de poder evidentes entre un pueblo (Cultura) y otro, retroalimentando el resentimiento primero y después el odio que conduce al eterno e inútil enfrentamiento que vemos. Enfrentamiento que no impide se vean tarde o temprano necesitados de los recursos que solamente esos "malvados enemigos" pueden proveer. Lo que a su vez eterniza el conflicto de amor y odio entre los países líderes en capitales y tecnologías con los países incapaces de obtenerlos.
Envidia y Codicia, no lo olvide.
Son las dos fuerzas más poderosas de la naturaleza humana y por ellas suceden prácticamente todo lo que hace a la actividad política, ideológica y económica de la humanidad. Entre ellas, guerras y más guerras. Explotaciones y odios. Rivalidades y conflictos. Conquistas y sometimientos. Desconfianza y destrucciones terroristas -ver "Envidia y Codicia dos armas destructivas"-.
Aunque parezca un reduccionismo extremo, si se profundizan los análisis desde una perspectiva histórica, cultural y de nuestra naturaleza humana, siempre se llega a estos principios básicos: a la Envidia y la Codicia como conductores protagonistas de los hechos.
Irán, en un hipotético caso donde la codicia y la envidia no estuvieran presentes en los hechos, sería fácilmente un país abierto a las inversiones extranjeras con apoyo popular dados los beneficios evidentes que obtendrían. Es decir, estaríamos ante un pueblo no dominado por sus pulsiones donde los inversores no solamente llegarían en masa sino que además exigirían las ganancias acordes al riesgo, que en este hipotético caso serían menores, más justas y aportantes protagonistas de recursos para un crecimiento real de la economía general del país.
Que es exactamente lo que hace riquísimos a los países árabes aliados de los EEUU gracias a una férrea dictadura lo suficientemente inteligente como para evitar dejarse llevar por sus pasiones individuales y colectivas (lamentablemente, son éstas excepciones) y por ello tienen economías prósperas. Las inversiones entonces llegan a granel y ante las exigencias menores de ganancias por la confianza tienen en el largo plazo en las afianzadas dictaduras árabes, la economía local progresa.
Lo que no sucede cuando la envidia y la codicia entran en acción provocando rechazo popular al inversor foráneo y estimulando por ende a  ganancias y expatriación de las mismas, exageradas dejando solo la sobra en el país local. Sobra insuficiente para dar verdadero dinamismo a la economía general local.

Pero como la envidia domina totalmente la conducta e ideologías de las mayorías en la mayoría de los países subdesarrollados, valga la redundancia, el apoyo popular a los supuestos revolucionarios reivindicadores del orgullo nacional y distribución justa de las riquezas del otrora magnánimo imperio persa, lleva a que más tarde o temprano lleguen al poder fanáticos como los de la revolución islámica en cuanto país subdesarrollado existe (fanáticos al principio, vale aclarar toda vez que a los pocos meses en el poder se vuelven todos corruptos capitalistas multimillonarios desesperados por expatriar dólares a los mismísimos EEUU donde encuentran la seguridad jurídica que carecen dominados por el de siempre, por Zaratustra).
Mientras, por más fanáticos sean, siempre enfrentan la imperiosa necesidad de capitales y tecnología de la que son incapaces de auto proveerse y que los lleva a alentar, lo más disimuladamente posible, la llegada de capital foráneo. Una y otra vez.
Sí es necesario aclarar que la osadía actual de Irán se recuesta en la posibilidad de cambiar de proveedor de capitales y tecnología desde Oriente. Desde China.
China, aliada de Irán. Al menos por ahora hasta que se vea como una rica potencia y comience a despertar las mismas pasiones populares que despiertan los intereses occidentales en Irán y un nuevo círculo se iniciará, esta vez mediante fanáticos anti chinos.
Y para empeorar la intervención de las pasiones en este complejo escenario, sabemos hoy que el arsenal de guerra actual se basa más que nada en los armamentos modernos, llámense corporaciones multinacionales, por lo que la fuerza nuclear ya es hoy obsoleta en la discusión del poder en la política exterior.
Mientras, los iraníes, aunque sepan que no les sirve absolutamente para nada obtenerlo, no dejarán de insistir porque la popularidad del régimen se basa en ello. En hacer sentir a su pueblo empoderado y competitivo. Falsamente competitivo pero a las pasiones eso de lo real o ficticio poco les interesa.
Nada asegurará más la permanencia del régimen que hacer ver a sus ciudadanos que pertenecen al grupo de los poderosos del mundo poseedores de armas de destrucción masiva (parece que no se percatan que India y Pakistán las poseen y sin embargo tienen un poder de influencia similar al de Nigeria).
Exactamente en lo que se basa la popularidad de Putin en Rusia estimulando los Zaratustras de los rusos, que es más insistente aún que la de los iraníes, incursionando, con los pocos recursos que poseen, en cuanto país débil gobernado por corruptos encuentran.

Como a menudo insisto, al incluir en cualquier análisis político o económico a la envidia y la codicia, todo se vuelve más visible y claro.

Comentarios

Posts más vistos

Instituto Patria, un psiquiátrico. Y sin psiquiatras.

Pfizer, muerte e ideología.

Borges, la crisis Argentina y lo que nadie dice.

Cristina, el gran problema argentino

El comunismo y su enemigo imbatible

El pueblo y la envidia

Cultura colectivista vs cultura individualista

Instinto y cultura nuestros verdaderos soberanos

Cuanto peor, mejor

La Nueva Guerra Fria. Desarrollo vs subdesarrollo. Occidente vs Oriente. Posmodernidad vs Medioevo