Cultura colectivista vs cultura individualista

No puedo dejar de insistir en la difusión de la decisiva importancia tiene la cultura a la hora de organizarse las sociedades y ver cuáles son las políticas más adecuadas según que cultura sea la que prevalece.
En varios post describo a la cultura dividiendola en dos grandes grupos y creo conveniente recordarlos ahora: cultura colectivista y cultura individualista.
La colectivista es aquella que predispone a los ciudadanos a considerar como parte de sus obligaciones y responsabilidades lo que compete a la sociedad en su conjunto. Es decir, hace a los ciudadanos cumplidores de las normas, reglas y leyes para hacer viable la buena convivencia con sus semejantes, así como los induce también a tomar con responsabilidad las decisiones que definen la vida comunitaria. Decisiones como la de evitar en elecciones democráticas que individuos que pueden perjudicar el funcionamiento colectivo lleguen al poder, básicamente no votar jamás a un corrupto entre otros muchos ejemplos. Son ciudadanos que no tiran restos o basura en la calle, respetan a rajatabla las indicaciones del semáforo o cualquier otra indicación de tránsito, no estacionan en doble fila, evitan molestar a sus conciudadanos, no intentan sacar las típicas ventajas en detrimento de los demás que conocemos muy bien con la frase "viveza criolla" más un enorme etcétera posibles de ejemplos que caracterizan a esta cultura.
Vale recordar también que son conductas o actos no elaborados previamente por la razón, sino que simplemente se ejecutan de una u otra manera dependiendo de las costumbres y hábitos que caracterizan lo que llamamos cultura cívica.
Obviamente lo opuesto distingue a la cultura individualista. Acá son ciudadanos cuyas conductas priorizan sus intereses individuales y no les interesa lo que pase más allá de su círculo cercano. Tampoco tienen incorporado en sus conductas la precaución de avaluar si sus acciones perjudican o benefician al interés general. Les es absolutamente indiferente. Tampoco obviamente ven como parte de sus responsabilidades cumplir como corresponde con sus obligaciones civiles ni tampoco les parece que pueda influir en sus vidas todo aquello que pertenezca al ámbito colectivo. Si prestan atención a ello, solamente es para ver si pueden sacar un beneficio personal, aunque signifique un perjuicio para el otro. Tirar la basura en la calle, estacionar en doble fila, coimear al inspector y el inspector coimear al infractor son casi una norma, no respetar indicaciones de tránsito toda vez que se vea posible es también una actitud típica de esta cultura, más un enorme etcétera de ejemplos que cualquier latinoamericano fácilmente advertiría.
Dicho esto, es extraordinariamente fácil percatarse que donde prevalece la cultura colectivista es muchísimo más fácil lograr objetivos que incumben a todos. Y como todos sabemos, cualquier objetivo que incluye a la comunidad toda, los medios imprescindibles para llevarlo a cabo son las instituciones.
Cultura colectivista e institución eficiente van definitivamente "de la mano".
Obviamente, lo opuesto sucede con la cultura individualista.
Hecho este análisis preliminar es posible llegar fácilmente a la siguiente deducción: si tienes cultura individualista, trata de tener la menor cantidad posible de reglas, normas y leyes.
Esto en política económica se traduce en la menor intervención posible del Estado evitando justamente reglamentaciones, directrices, voluntarismos más todo lo que se puede asociar con políticas dirigistas e intervencionistas de la economía.
En cambio, es posible el dirigismo, desde ya, donde la cultura favorece la organización, me refiero allá donde prevalece la cultura colectivista obviamente.
Por eso, a través de todo el blog propongo como las políticas ideales para latinoamerica todas las que impliquen menos compromisos de la ciudadanía en la ejecución y cumplimiento de los planes políticos, sociales y económicos. Básicamente, hablo del liberalismo político y económico.
Y obviamente al revés en la cultura colectivista, como bien podemos observar en Noruega por nombrar un ejemplo de una corta lista de países con las condiciones culturales para ello.
Lamentablemente, en latinoamérica, con una cultura claramente individualista, las políticas liberales no son posibles usarlas por la ideología predominante consecuencia de la inevitable actividad de Zaratustra -ver "Política individualista e ideología predominante"-. Ideología que insistentemente rechaza cualquier iniciativa que implique favorecer al emprendedor y alejar todo lo posible al Estado en la toma de decisiones.
Justamente,  por la incapacidad de hacer eficientes las políticas dirigistas y voluntaristas asociado al rechazo mayoritario de las políticas no intervencionistas así estamos desde hace ya casi un siglo.
Este post lo ofrezco dado que a través de lo que sucede en Argentina con los subsidios por discapacidad es posible apreciar en toda su magnitud esta temática clave para el progreso de los pueblos. La temática de la cultura y sus efectos en la organización social de los pueblos.
Para los que desconocen este tema y sus derivaciones permítanme explicarlo.
Los subsidios por discapacidad son obviamente para aquellos ciudadanos que por diferentes motivos no pueden ejercer actividades laborales necesarias para su sustento económico. Por tanto, el Estado se encarga de proveerles los medios a través de subsidios monetarios.
Se supone que el afectado por una discapacidad física o psíquica acude al médico para que evalúe y certifique o no si se tiene discapacidad y en caso de tenerla, elaborar el certificado médico que acredite dicha condición. Ese certificado se presenta a la institución correspondiente para que verifique las actuaciones y proceder a la acreditación del beneficio estatal.
En países con cultura colectivista, el interesado va a la consulta y evaluación médica porque así realmente considera dado una evidente incapacidad física o mental. A alguien sin problemas como estos ni se les pasa "por la cabeza" la posibilidad de solicitar una evaluación de su médico por si esa condición de discapacitado pueda ser la suya.
Además, el médico perteneciente al ámbito cultural colectivista, difícilmente se le ocurra emitir un certificado falso para beneficiar a un individuo que lleva implícito el perjuicio para la comunidad entera toda vez que es ésta la que tiene que solventar el gasto (él incluído vale también aclarar). Y en el caso que llegue un individuo con un certificado médico de incapacidad laboral a la institución encargada de tramitar el subsidio, los funcionarios tomarán con responsabilidad su actuación pensando en cumplir con sus obligaciones ante los demás desde el lugar que ocupan en la administración pública y seguramente defenderán el interés general en oposición al interés individual del supuesto discapacitado.
El resultado: difícilmente se obtenga un beneficio como éste si no lo merece (sobre todo porque se trata de algo muy fácil de verificar en general).
Sin embargo ¿Qué sucede en Argentina con su cultura individualista a cuestas?
Veamos:
No tardan en aparecer quienes intenten sacar provecho de los demás adquiriendo un beneficio que no le corresponde costeado por la comunidad toda. Por tanto, pronto aparece un supuesto paciente afectado por un malestar y le sugiere al médico que le emita un certificado médico que falsee la realidad otorgándole un grado de discapacidad que le permita acceder al subsidio.
En el ámbito cultural adecuado, en el nuestro, no tardará en aparecer el médico totalmente despreocupado del interés colectivo o comunitario, y probablemente a cambio de un beneficio personal, canjea el certificado médico. Este acto incluye la evidencia de que ni siquiera "les pasa por la cabeza" considerar que el subsidio es costeado por los impuestos que él mismo es uno de los que aporta. Simplemente todo lo que implique interés comunitario no forma parte de su existencia e interés personal.
El supuesto discapacitado llega después a la institución encargada de tramitar, aprobar y hacer efectivo el subsidio.
Pues bien, en vez de ir con la vergonzosa actitud que ello implica, van con la tranquilidad de saber que a nadie le va a importar si les corresponde o no. Simplemente,  los responsables del área  creada para ello, se encargarán de hacer el menor esfuerzo posible (actitud típica de aquel que solo interesa su comodidad y le importa "un comino" lo que implique al interés general) y para evitar trámites engorrosos, seguramente aprobarán y darán el subsidio.
Muy pronto, otros se enteran de esa ventaja individual a aprovechar en desmedro del bienestar general y acuden a un médico que probablemente se ofrecerá a seguir el plan (en un ámbito cultural así abundan los médicos dispuestos a ello). Más individuos consiguen el beneficio y más miembros de la cultura individualista buscan acceder al nefasto sistema y más médicos interesados en ganancias espurias aparecen.
Hasta que le "llega la hora" a la política, constituida íntegramente por la peor parte del individualismo cultural. Constituidos en su mayoría por individuos totalmente dispuestos a destruir cualquier cosa con tal de sacar un provecho personal toda vez que es eso exactamente lo que los llevó a ocupar el lugar que ocupan en la enorme mayoría de los casos (en el peronismo hablamos casi del 100% de ellos). Más tarde o temprano se percatan de que este nefasto mecanismo les permite sacar ventajas electorales cediendo subsidios a cuantos interesados aparecen con el objetivo de "tener agarrado" al subsidiado toda vez que se presume, y con razón, que los apoyarán en las elecciones interesados en que continúe el sistema funcionando, sin importar en absoluto que implicancias pueda tener en el futuro de la comunidad toda.
El resultado final: pueblos enteros llenos de supuestos inválidos a los que otros tendrán que mantener.
Supuestos inválidos que dejan en algún oscuro lugar nada más y nada menos que su dignidad toda vez que tienen que simular una condición que evidentemente no padecen cada vez que deben presentarse a realizar cualquier trámite como ciudadano.
Más adelante, la carga fiscal que lleva implícito el malvado sistema, hace que los gobiernos deban "licuar" el gasto atrasando los aumentos que deben acompañar a la inflación. El resultado es un subsidio que tarde o temprano termina siendo miserable. Subsidio miserable que termina afectando a los que verdaderamente necesitan está ayuda estatal, me refiero obviamente al verdadero discapacitado.
Como se ve fácilmente, lo que implica un objetivo noble y magno, la cultura individualista lo transforma en algo nefasto.
Si se traslada este  mecanismo destructor de proyectos sociales, dirigistas y voluntaristas a cualquier otro ámbito de la política social o económica, se percibirá fácilmente cual es el resultado que se deberá esperar.
También es fácil percatarse de que en un ámbito cultural diferente, los resultados serán decididamente diferentes.
No es posible ignorar a la cultura a la hora de programar políticas.
Las evidencias de ello son contundentes.
Eso espero suceda alguna vez y humildemente con este blog busco aportar mi "granito de arena" esperando estimular a otros que aporten su granito también.

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