Lo peor aún puede estar por llegar

Si hay algo de lo que no deja dudas el kirchnerisno es de sus intenciones de ir hacia un sistema político y económico anticapitalista y antioccidental. 
El acercamiento a Cuba, Venezuela, China e Irán junto al rechazo a las vacunas de Pfizer por provenir de una corporación multinacional estadounidense, entre otros cientos de ejemplos, lo confirman fuera de toda duda. 
Dicho ésto, voy a lo que quiero transmitir en este post porque se trata de algo que trasciende la ya monumental crisis económica sin fin entre otras decenas de consecuencias nefastas que sufre el pueblo argentino después de 20 años de locuras (el período de Macri no fue más que un intento fallido de revertir el proceso auto destructivo).
Las políticas de izquierda, peor aún cuanto más se acercan a los extremos, chocan indefectiblememte contra dos fuerzas mucho más poderosas que las que puedan reunir quienes quieren llevarlas a cabo, me refiero a nuestra naturaleza humana y a nuestra cultura cívica. 
Contra nuestra naturaleza humana chocan de frente privilegiando la envidia en las decisiones políticas mientras se desprecia y obstruye a la otra faceta de éste fenómeno humano primitivo, a la ambición (como extraordinariamente lo resumió Borges con la frase «por el retroceso de los demás antes que por el avance propio»). El resultado de esta decisión política económica no puede ser otro que el estancamiento por falta de inversión ante la imposibilidad de que la ambición pueda obtener el beneficio buscado ("la egoísta ambición que finalmente redunda en beneficios para los demás" deja de participar en el proceso económico). 
Y no menos destructivo para estos planes es la cultura cívica, la de la viveza criolla en nuestro caso, que hace muy disfuncionales las instituciones y muy dificultoso poner en práctica con eficiencia las iniciativas conducidas por el Estado. Fundamentalmente porque la influencia de las instituciones con estas políticas es mucho más significativa cuanto más Estado presente existe. Y cuanto más se busca influir en la actividad económica, más relevante se vuelve el comportamiento cívico ciudadano (la economía informal es uno de los miles de ejemplos a observar). 
Dicho ésto, es fácil descubrir las dificultades que siempre enfrentan estos planes toda vez que los fracasos son inevitables y con cada fracaso surge una contradicción. A la contradicción le sigue invariablemente la necesidad del ocultamiento recurriendo a la mejor herramienta para ello, a la mentira. Por eso, cuanto más extremos son, más fracasos, más contradicciones y más mentiras se observan llegando a los extremos vistos en Venezuela o Cuba donde todo, absolutamente todo es contradicción y mentira. Nada es lo que dicen en el gobierno que es. Ante semejante escenario autodestructivo, el apoyo popular inevitablemente se va desvaneciendo.
Hasta que finalmente llegamos a lo que quiero transmitir, a que ante estas inevitables dificultades, tarde o temprano se encuentran ante la necesidad imperiosa de romper los límites de la Democracia republicana. Y muy peligroso porque esta etapa de todos estos procesos ni siquiera está incluida en sus intenciones y marcos ideológicos. Las circunstancias los van obligando a ello. Los ex países comunistas, de hecho, llevaban las palabras democrática o república en sus nominaciones (aún las llevan como la República Democrática Popular de Corea del Norte ahora o República Democrática Alemana antes). 
Es decir, más tarde o temprano, si se mantienen en el poder buscan romper la continuidad democrática. Y de hecho ya están advertidos de esa necesidad como se percibe en las palabras de Carlos Raimundi en un seminario del instituto Patria cuando dice «la alternancia en el poder no es más que una fantasía, una imposición de los países dominantes para mantener su hegemonía» o «la Democracia ha sido más permeable a los poderes facticos que a la voluntad popular». Para terminar, es éste el verdadero riesgo que tenemos como país más allá de lo difícil es sobrellevar los enormes problemas que estamos sufriendo actualmente. 
Lo peor, lo muchísimo peor aún puede estar por llegar.

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