El círculo se reinicia: el turno de la derecha

Por suerte, así como el socialismo tiene la enorme ventaja de contar con debilidades de nuestra naturaleza humana que se expresan a menudo a través del resentimiento o la simple envidia que hacen muy pero que muy fácil la adopción en gran parte de la ciudadanía de cualquier idea que prometa distribución de la riqueza de los ricos y la lucha contra los «opresores empresarios que esquilman a los pueblos» entre otras decenas de promesas típicas para atraer a desprevenidos que no tienen incorporada la responsabilidad cívica necesaria para pensar y seleccionar el voto como deberían dejándose guiar más por pasiones que por la razón, también el liberalismo tiene sus ventajas. 
Y la ventaja del liberalismo estriba en el enorme obstáculo que debe enfrentar cualquier plan estatista y dirigista de la economía, me refiero a nuestra cultura cívica. Cultura que hace muy disfuncionales a nuestras instituciones y que son a su vez las herramientas indispensables para el éxito de cualquier plan que tenga como tutor al Estado. Ante éste escenario, los fracasos son inevitables y con cada fracaso surgen las contradicciones (funcionarios ricos y pueblo pobre, más pobreza ante cada promesa de distribución, más Estado y más desorganización y caos, etc) y con ellas, aparecen las mentiras
Y llega un momento en que todo es mentira (como en Venezuela y Cuba como ejemplos extremos) hasta que dejan de ser relevantes las debilidades que favorecen sus votos por lo que el apoyo popular ante la infinidad de mentiras, fracasos y contradicciones, tarde o temprano se desvanece. Es justamente éste el punto más peligrosos para los pueblos gobernados por la izquierda porque es cuando ven al autoritarismo y a la dictadura como única opción viable para mantener sus planes (de nuevo, Venezuela, Cuba y Nicaragua como ejemplos típicos). 
Si se logra superar este riesgo (como le pasó a Ecuador por ej) queda allanado el camino de la libertad por la sencilla razón de que ante nuestra cultura cívica, solamente la libertad de acción, el respeto por la propiedad privada y la economía abierta pueden lograr crecimiento económico real. 
Por suerte, en ésta etapa parece que estamos hoy los argentinos. Sin riesgo aparente de radicalizacion y autoritarismo más un fortísimo rechazo ciudadano al socialismo.
La historia del mundo es testigo. Hasta la URSS pasando por China lo saben y la misma historia les espera a Cuba y a Venezuela. 
Lamentablemente, después de los clásicos ajustes de la economía necesarios por el desastre que siempre se hereda de los gobiernos distribucionistas latinoamericanos y posterior recuperación económica, el instinto protagonista del blog comienza a influenciar en las preferencias ideológicas de los ciudadanos ante la inevitable desigualdad social que siempre acompañan a las políticas liberales y abiertas por lo que la oposición de izquierda lentamente comienza a ganar terreno. 
Entonces, la situación económica individual deja de ser una cuestión a considerar en el momento de elegir candidatos hasta que finalmente los justicieros sociales vuelven. La pulsión por la igualdad tarde o temprano se vuelve a imponer. Un nuevo justicialismo o radicalismo de izquierda llegará.
Si la cultura cívica y política continúa siendo la misma (muy probable porque las culturas cambian por el azar de la historia o por liderazgos fortísimos), una nueva situación de caos organizativo y económico nos deparará.
Será entonces de nuevo el turno de un gobierno conocido como de derecha que es básicamente volver a un mínimo orden organizativo.
Finalmente, el ciclo siempre se reinicia. 

Comentarios

Posts más vistos

Instituto Patria, un psiquiátrico. Y sin psiquiatras.

Pfizer, muerte e ideología.

Borges, la crisis Argentina y lo que nadie dice.

Cristina, el gran problema argentino

El comunismo y su enemigo imbatible

El pueblo y la envidia

Cultura colectivista vs cultura individualista

Instinto y cultura nuestros verdaderos soberanos

Cuanto peor, mejor

La Nueva Guerra Fria. Desarrollo vs subdesarrollo. Occidente vs Oriente. Posmodernidad vs Medioevo