Conociendo al enemigo. Capítulo I: la Realpolitik

África.
Una manada de leones se encuentra en las orillas de una aguada en época de sequía. Buscando agua se acerca un grupo de elefantes con sus crías que saben deben proteger si quieren evitar que algún "rey de la selva" los ataque. Una madre, tratando de despejar el poco espacio disponible para acercarse a la preciada aguada, mientras protege a los críos, ataca a un león viéndose superior en fuerzas por su tamaño buscando alejarlos de su zona de seguridad. El león da unos pasos atrás hasta refugiarse junto a los demás miembros de su manada, lugar desde el que sabe no puede acceder ningún elefante si no quiere perder su vida ante un ataque grupal. El equilibrio de fuerzas se logra en algún punto donde los leones mantienen su acceso al agua de manera relativamente segura y los elefantes encuentran un resquicio para acceder con seguridad, también siempre relativa, al preciado líquido. Sin embargo, otro grupo de enemigos se encuentran cerca, al acecho para ver si encuentran alguna oportunidad de hacerse con un botín, una presa. Son los cocodrilos asomando en el agua, apenas, sus hocicos y ojos. Esperan. Tal vez una cría distraída se acerque lo suficiente como para aprovechar una oportunidad de conseguir su objetivo, matar y comer. Sin embargo, también el cocodrilo advierte que su cercanía a la costa, donde sus enemigos mortales leones se encuentran, es un punto fundamental a considerar en su estrategia. La relación de fuerzas podría cambiar drásticamente si su osadía supera ciertos límites. El límite que la manada de leones sabe que es de su dominio y control. Cualquier especie animal que se atreva a arrimarse a su área de influencia, se convertirá fácilmente de depredador en depredado.
El equilibrio de fuerzas debe respetarse si se quiere sobrevivir y esa ley de la naturaleza es inevitable. Siempre prevalece.
No lejos, los hipopótamos preservan su área y están atentos a atacar sí así creen necesario. Sus crías también están a merced de la decisión de un hambriento enemigo si ve su oportunidad.
Mientras, las traidoras hienas están al acecho con su típica audacia que les permite, a pesar de su evidente inferioridad de poder, su acostumbrada acción en grupo. Se saben poderosas cuando juntan sus fuerzas y así lo hacen ver, por lo que en el territorio donde la "materia prima" tan valiosa se encuentra, ellas también participan de la potencial contienda. Y si algun león u otro depredador audaz ataca solo y atrapa una presa, ellas no dudan en atacar al victimario para quedarse con la víctima si su número es suficiente en el momento adecuado como para ahuyentar al confiado depredador al que su egoísmo le impidió llamar a sus compañeros para sumarse al "botín". Se rompe el equilibrio y las hienas ganan la batalla mientras el león, herido por las feroces "puntadas del batallón del frente del ejército hienal", huye sin remedio.
El egoísta deberá esperar su oportunidad para contraatacar, mientras tanto se refugiará con los suyos, donde se sabe poderoso e intocable.
Saciada su "ambiciosa" sed, vuelven las manadas a su territorio.
Unos hermanos leones jefes de su manada recorren más tarde su "área de influencia" en busca de potenciales invasores provenientes de una manada "enemiga". Orinan y con sus patas traseras entierran el marcador de los límites de su territorio mientras investigan si hay posibilidades de ganar terreno en poder del oponente. Tal vez haya una disputa interna entre "machos políticos" dominantes o el padecimiento de alguna plaga en la manada enemiga que los distraiga y debilite temporalmente y aprovechar entonces ganar territorio. Conquistar.
El azar dirá si habrá conquista sin "guerra" o mediante enfrentamiento bélico o si finalmente mantendrán su equilibrada posición de fuerzas.

Europa
Corren los últimos años del siglo XV, una manada de sapiens proveniente del reino de Aragón y Castilla conducido por el macho alfa llamado Fernando de Aragón se posiciona estratégicamente en la región del Nápoles buscando saciar su sed, conducidos por sus primitivos instintos, no de agua como en el África de los leones, sino de oro. Oro proveniente de los impuestos recaudados de los sapiens sometidos que allí habitan.
Inquietos y alarmados porque otro depredador quiere compartir o quitarles el botín, es la manada del macho alfa que desde la Francia viene midiendo fuerzas para ver hasta dónde puede avanzar.
Está dispuesto a contar con el apoyo de "otra especie" en el equilibrio de fuerzas, con los turcos de Suleiman.
No importa si éstos animales son capaces de devorarlos a ellos mismos si la estrategia favorece su posicionamiento en una región extraña a sus tierras de origen. No hay inteligencia en las decisiones, solamente codicia y orgullo, así que se avanza.
Mientras, otra manada también interesada en saciar su sed cuyos dominios marcados con "orina divina" tiene su centro neurálgico de caza en Roma.
Está interesada en la región del Milán donde desea ubicar como macho alfa a su descendencia ofreciendo una bula al francés.
Pero no juegan solamente estas manadas en el juego, Inglaterra y sus sapiens observan desde lejos, como las hienas en la aguada africana, si un egoísta depredador se descuida dominado por su codicia dejando algún flanco débil y entonces, atacar y matar.
La Normandía francesa es un buen lugar para alimentarse de impuestos en oro, así que está atenta. El macho alfa aragonés descubre la agresividad de las hienas y para tenerlas de su lado, envía una hembra de su progenie para calmar la ansiedad del potencial enemigo y así evitar riesgos extras e incluso sumar fuerzas si es posible. Aunque eso no impidió que envíe otra hembra de su progenie al macho alfa de la manada del francés con la esperanza que agote su sed de codicia con el abastecimiento de su instinto sexual. Tal vez la esperanza de un hijo con más hormonas que los futuros descendientes de los castellanos, arrebate ese reino a través de la acción del sexo, o una bula papal a cambio de saciar "la sed de oro" de los que representan la voluntad de Dios.  Nunca se sabe que depara el destino y la naturaleza.
No lo consiguió con el francés y durante un tiempo tuvo éxito con el inglés hasta que una "bolena" rompió el equilibrio.
Pero no se termina ahí la complejidad que enfrentan "los leones españoles", desde los reinos al este de Francia hay más manadas que también están interesados en cazar algo si ven una oportunidad así que los equilibrios de fuerzas se hacen cada vez más complejos. Aunque uno de los líderes de esa manada sea su propio hermano. Todo da igual, los instintos no saben distinguir genes.
Finalmente, el equilibrio se rompe y se impone la bestialidad echa realidad: la guerra.

Esta descripción de la habitual vida de las bestias salvajes, aunque sorprenda a muchos, poco se diferencia si reemplazamos manadas de distintas especies en su lucha por el agua en tiempo de escasez, por países donde habitan los miembros de la especie homo sapiens alrededor de otra codiciada materia prima, sólida como el oro de los napolitanos o, casualmente líquida también, conocida con el nombre petróleo en el Oriente Próximo y Medio en la actualidad. O en su momento, por la región conocida como la Alsacia por sus riquezas en carbón después de la primera guerra mundial y origen de una segunda guerra mundial. O por una infinidad de metas en disputa desde que el hombre hace su historia.
Es lo que conocemos como Realpolitik o Realismo.
O la ley de la selva. Es exactamente lo mismo.
Pero ¿Acaso no somos inteligentes o racionales y por tanto una especie diferente y capaz de dejar atrás el primitivismo animal como observamos en la descripción anterior sacada de un documental de la vida salvaje?
Sí, somos diferentes, podemos pensar.
Sin embargo, esa capacidad la utilizamos mucho más a menudo para hacer más eficientes los caprichos de nuestros instintos primitivos que para hacernos diferentes. Humanos.
Las estrategias que utilizan los leones o una "banda" de hienas para matar y comer, están limitadas por sus escasos recursos disponibles dado sus diminutos cerebros, pero se agigantan las posibilidades en el homo sapiens. Los instintos más crueles pueden encontrar fácilmente el mecanismo para ser satisfecho al tener una herramienta a mano tan poderosa como la habilidad conocida como inteligencia -ver la zaga "Míralo, Zaratustra está ahí. Nadie lo ve pero siempre está"-
Como las estrategias aportadas por la inteligencia del homo sapiens que llegó a América en los años 1500, extraordinariamente utilizadas para satisfacer al Instinto conocido en este blog como Zaratustra, una de cuyas expresiones más dañinas lo conocemos con el nombre de codicia, para quedarse con la materia prima que reemplaza al agua de los salvajes animales de África. Con el oro de la América.
Aniquilaron decenas de millones de otros homo sapiens que no supieron encontrar estrategias para lograr un equilibrio de fuerzas que evitara el ataque del depredador llegado de Europa.
No creo necesario para potenciar este concepto describir las innumerables masacres ocurridas los miles de años previos a este hecho histórico como tampoco vale describir lo que ocurrió después con las guerras de religión, o la de los 30 años, o con la "manada napoleónica" arrasando Europa y África.
Tampoco es necesario mencionar siquiera una de las bestialidades homeosapienses más grandes de su historia: las dos guerras mundiales.
No existe duda alguna de que si la razón hubiera conducido al homo sapiens no podría haber existido una guerra mundial. Menos aún ¡dos guerras mundiales!
Pero ¿Ahora es distinto? ¿Dejamos atrás el primitivismo animal?
Si observamos el apoyo de China, Rusia e Irán al régimen asesino y nefasto de Maduro para posicionarse estratégicamente en la geopolítica global, la respuesta puede ser solamente una.
No.
O la promesa del homo sapiens Ortega, más primitivo que un chimpancé (y más criminal también) de abrir un nuevo canal transoceánico en Nicaragua al contar con el apoyo, de nuevo, de China.
No hay dudas de que, como siempre, se formaron actualmente bandos en busca del equilibrio que la primitiva naturaleza animal siempre aconseja. Mantener el equilibrio de fuerzas.
Por un lado el bando de China, Rusia, Irán y sus áreas de influencia y del otro Occidente democrático junto a Japón y Oceanía.
Y si nada cambió, si la Realpolitik sigue rigiendo los destinos de la humanidad ¿Por qué esperar algo distinto? ¿Por qué suponer que no habrá más guerras?
Y si hay o habrá guerras ¿Quién es el enemigo y quién el aliado? (Vale aclarar en este punto que las armas pasaron de los arcos y flechas a la pólvora después, pasando por el arsenal nuclear para adentrarnos al armamento actual más eficiente jamás utilizado: las corporaciones multinacionales -ver "La Nueva Guerra Fría. Desarrollo vs Subdesarrollo. Occidente vs Oriente. Posmodernidad vs Medievo"-)
No tengo dudas que Latinoamérica pertenece al bando Occidental. O debería pertenecer.
No solamente por una cuestión geopolítica y cultural, sino también porque el progreso, si es que hay alguno (así lo creo con algunas reservas) está del lado de la Democracia. Del de los Derechos Humanos Universales -ver "Progresamos o solamente vamos trás nuestro inevitable destino" "Un teléfono móvil en Babilonia"-.
Entonces, mejor conozcamos a nuestros enemigos. especialmente al líder.
La Realpolitik, el eterno sometimiento a los caprichos de nuestros instintos, así nos lo aconseja.

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