Instinto y cultura nuestros verdaderos soberanos


Colectivismo y Cultura individualista

 Las políticas que pugnan por distribuir de la manera mas "justa" y eficazmente posible los recursos generados por la sociedad en su conjunto pueden ser nominadas genericamente con el nombre socialistas. Su aplicación va asociada inevitablemente al voluntarismo ya que debe romper la inercia que imprime a nuestra vida económica y social nuestra naturaleza humana, esto es, hacia un capitalismo sin límite alguno liderado por el instinto que da origen a este blog que hace inevitable el afán humano por diferenciarse y destacarse superando a los demás.
Para que los objetivos que se proponen los socialistas se cumplan, requiere vencer esta inercia y deben necesariamente ser acompañadas por, al menos, la mayoría de los que son interesados directa o indirectamente en el proyecto. De no ser así, el rumbo que impone nuestra naturaleza humana prevalecerá y todo quedará en un fallido intento.
En esta parte del relato aparece un actor principal: cultura cívica y política. Entendiendo a ésta como al conjunto de acciones y conductas que tomamos cotidianamente y que son determinadas por nuestras costumbres, actitudes y respuestas características ante determinados estímulos transmitidos de generación en generación. En esta definición debe incluirse nuestra cultural predisposición hacia los demás y hacia el Estado.
Luego de un, no necesariamente, profundo análisis, es posible acordar sin temor a equivocarse que esta protagonista, "Cultura", en latinoamerica y en Argentina en particular es decididamente individualista. Es decir, prioriza lo personal sobre lo colectivo o social y padece de una irresistible predisposición por el incumplimiento de cuantas normas o reglas existen.
Para decepción de todos los socialistas, este actor termina haciendo un desastre en la película de la "justicia social".
¿Como? Van varios ejemplos a continuación para que se comprenda claramente.
-ambito judicial: el socialismo dice que la culpa del delito de robo con o sin agresion y daño corporal seguido o no de muerte la tiene la sociedad en su conjunto que no supo implementar una politica social que evite la existencia de excluidos que es finalmente la causa de que en estos individuos aflore la delincuencia y la violencia como respuesta inevitable a esa condición.
Hasta acá, aunque discutible, esta afirmación puede ser cierta, pero el gran problema surge cuando abordamos la solución desde esta óptica ya que nuestro protagonista, cultura política y cívica, hará estragos en cuanto plan se proponga para revertir la situación. Por ejemplo, un plan acorde requerirá un sistema de readaptacion del delincuente sumamente complejo y que un gran número de asistentes sociales, psicólogos, etc., dediquen, no solamente horas, sino una gran predisposición para lograr cambios en la conducta del reo. Para que este plan se cumpla en la mayoría de estos tratamientos los ejecutantes deben comprometerse y creer en la idea, sin embargo es casi seguro que primará la opción "para que me voy a volver loco por cambiar a un reo si mis colegas seguramente van a disimular algún esfuerzo para finalmente no hacer nada ya que seguramente el fracaso será la norma".
Finalmente, en los papeles figurará un plan maestro y en la práctica será una parodia con "relato" incluido.
-ámbito social: como deja entrever el análisis precedente, la distribución de la riqueza es primordial para que, entre otras muchas cuestiones, no exista la exclusión y su correlato, el delito. Este ámbito tiene como eje fundamental una fuerte recaudación impositiva y gran intervencion en la producción económica.
De nuevo nuestro protagonista hará estragos en el plan.
Así, cuando el ciudadano común deba pagar altos impuestos lo primero que hará es ver de que manera eludirlos ya que presupone que los demás harán lo mismo y lo que es peor, tambien presupone (porque piensa que la mayoría en esa situación lo haría) que el recaudador probablemente se quede con su dinero antes que llegue a beneficiario alguno como corresponde. De hecho el recaudador si puede lo hace porque tambien presupone que cualquier otro en su lugar haría lo mismo y además (lo mas importante) a nadie le importa lo que pueda hacerse con ese dinero (las culturas individualistas se caracterizan por escasa capacidad de ejercer "control ciudadano").
Más importante aún es que esas presuposiciones son acertadas (35% de economía "en negro" en Argentina es una muestra perfecta de este concepto). A su vez aparecen asociaciones entre el pagador y el recaudador porque ambos saben que todos intentarán hacer lo mismo y aparece nuestra conocida amiga, la coima.
Finamente lo recaudado en vez de emplearse en proyectos beneficiosos para la sociedad se termina utilizando en corrupción o en planes personales con el ejemplo paradigmático del clientelismo, es decir gastar dinero público en beneficio de algunos y del "dueño del dinero", del político que intenta perpetuarse en el poder.
¿Se va entendiendo el tema?
-ámbito económico: la dirección de la economía es un objetivo prioritario de estos programas distributivos y a modo de ejemplo se puede citar lo que sucede con las políticas energéticas y de transporte en Argentina. Mediante subsidios y otras" yerbas" se intenta desde el Estado manejar estos sectores, pero sucede que el administrador que recibe los dineros públicos presupone por intuición social (llámese a esto conocimiento intuitivo de nuestra conducta por predeterminación cultural) que el que le provee dinero y todos aquellos que están en su misma situación intentarán sacar el máximo provecho de éstas políticas en desmedro de los intereses de todos los ciudadanos de la Nación. El resultado está a la vista de todos, empresarios inescrupulosos multimillonarios y dirigentes corruptos con más dinero aún y un servicio de transporte y energético calamitoso.
¿Es necesario dar mas ejemplos?
Si tuvieramos la cultura que prevalece en Suecia las posibilidades de éxito del plan serían muy diferente, pero estamos en Argentina con su cultura incluida que no es mala ni buena por definición pero que a la hora de fijar políticas no se la debe ignorar.
De hacerlo el fracaso es la norma -ver "Borges, la crisis Argentina y lo que nadie dice"-

Política individualista e ideología predominante

En lo dicho bajo el subtítulo: "colectivismo y cultura individualista" se puede observar claramente las enormes dificultades que se debe enfrentar para llevar a cabo políticas socializadoras por la brutal fuerza cultural que se opone a cualquier plan que tenga este objetivo en países como el nuestro.
Si descartamos esta opción para el buen desenvolvimiento de la Nación y tomamos como referencia las características culturales del pueblo para adoptar las políticas que se adapten a ellas, nos vemos obligados a tomar como referente al liberalismo económico. Es decir, políticas donde la actitud individualista sea provechosa para el interés general. Estas políticas asumen que el hombre es egoísta por naturaleza y cuando se lo deja actuar libremente en beneficio propio finalmente redundará en beneficio para todos.
Es muy probable que de no existir trabas para el desenvolvimiento del individualismo económico, el éxito sea la regla.
El gran problema está en la necesidad de la ausencia de trabas y es acá donde los latinoamericanos volvemos a enfrentar un enorme escollo que nos hace repetir los fracasos tan conocidos como aquellos de los planes socialistas.
Así como el escollo de nuestra cultura cívica para los planes socialistas resulta infranqueable, para los planes liberales aparece ahora el infranqueable escollo de la ideología predominante de la ciudadanía. Esta es siempre socialista y casi siempre nacionalista por lo que siempre aparecerán en el camino del programa económico liberal los opositores con gran apoyo popular como las organizaciones gremiales y partidos políticos (peronismo en Argentina por dar un ejemplo paradigmático).
Lamentablemente el liberalismo económico para su buen funcionamiento requiere inevitablemente de confianza por parte del inversor y sin apoyo popular sumado a la conocida reacción típica de los oportunistas desestabilizadores (inevitables al pertenecer a una cultura individualista) es muy frecuente que escasee. Cuando esto sucede las inversiones si se producen lo hacen a cambio de ganancias muy por encima de lo que la lógica impone. Se sigue que las desigualdades sociales se mantienen o empeoran y en un estado ya muy desigual, el apoyo popular disminuye cada vez más para tornarse frecuentemente muy critico. De aquí al fracaso de los planes liberales hay un paso muy corto.
Finalmente caemos en la paradoja de que cuando aplicamos políticas que tienen la aprobación de la mayoría, fracasan por nuestra condición cultural (planes socialistas con conducta popular predominantemente individualista) y cuando utilizamos aquellas que favorecen nuestra cultura, fracasan por que queremos algo diferente (políticas liberales con ideología popular predominantemente socialista).
Así estamos desde hace por lo menos 70 años y nos convertimos en uno de los pocos, sino el único, país que involucionamos en la edad moderna.
Este blog tiene como basamento el análisis y las consecuencias de un instinto o pulsión y es precisamente el que explica el porqué somos mayoritariamente socialistas los pueblos que habitamos este planeta.

Instinto y Cultura, nuestros verdaderos soberanos

Finalmente, en los subtítulos "colectivismo y cultura individualista" e "individualismo e ideología predominante" podemos observar que cuando los países de nuestra región (por no decir todos los subdesarrollados) aplican políticas socialistas, la cultura individualista de nuestras sociedades condenan al fracaso prácticamente todos los intentos.
Y cuando utilizan políticas individualistas que pueden adaptarse perfectamente a nuestra cultura se encuentran con un escollo durisimo: la ideología popular dominante simpatizante siempre con las ideas socialistas y su fiel compañero, el nacionalismo.
Este blog se hizo teniendo como uno de sus objetivos centrales hacer llegar a todos la teoría que supone la existencia de un complejo instinto o pulsión que nos lleva inexorablemente, entre otros destinos, a que las ideas de izquierda predominen clara y ampliamente sobre las de la derecha económica.
Hecho trascendental ya que nos conduce una y otra vez, sin posibilidad de oponernos a través de la razón, hacia las políticas intervencionistas y dirigistas que si no cuentan con la cultura adecuada, inevitablemente fracasan manteniendo indefinidamente a los pueblos en el ostracismo. Es este transcendental fenómeno de la psico-sociologia el que condena a los países subdesarrollados al ostracismo por siglos, o mejor, milenios.
Dejenme recordarles como lo hace. Básicamente este instinto impulsa a los homo sapiens para que los demás adviertan la presencia de nuestro ego superando a aquellos que habitualmente comparten nuestra vida cotidiana y el campo elegido generalmente (no siempre) es el económico. Así como también nos exige reaccionar cuando nos vemos superados. Este instinto, así, funciona como el motor de la desigualdad. Habitualmente se interpreta esta actitud más manifiesta en unos que en otros como un carácter particular de algunos individuos que son catalogados de ambiciosos como si se tratara de un especie de fenómeno aislado circunscrito al carácter de unos que no existe necesariamente en otros. Sin embargo no se trata del carácter de algunos sino de una pulsión de todos que en unos (por una combinación de causas) es más activo que en otros. No puede estar ausente en nadie porque es un primitivo mecanismo para mantenernos competitivos y también evitar que alguien nos saque ventajas desproporcionadas poniendo en riesgo nuestra supervivencia. Por eso, los sectores inferiores de la escala social también son estimulados por esta pulsión y lo observamos a diario cuando los vemos competir por quien pertenece al equipo de fútbol más ganador o quien tiene el teléfono móvil más sofisticado o cuánto motivo se presente y estimule o active al instinto.
Es decir, no solamente nos presiona este primitivo mecanismo de supervivencia para que superemos al otro, también, lógicamente, nos presiona para que evitemos que el que lleva ventajas no las acreciente y si es posible, buscar las maneras de acercar posiciones (como la necesidad subconsciente o consciente, da igual, siente el simpatizante de River Play de alcanzar a Boca juniors en el número de títulos internacionales o al menos evitar las acreciente al competir por un nuevo galardón alentando al equipo contrario aunque sea extranjero) .
Ante la desigualdad, necesaria, inevitable y subconscientemente, se recurre a un mecanismo de defensa. En el plano político nos lleva a elegir sin dudas opciones que impidan que esas diferencias sociales se acrecienten.
Ésta es la causa fundamental y prácticamente inevitable que explica porque en la enorme mayoría de los pueblos predominan los simpatizantes de las ideas intervencionistas y distribucionistas de la riqueza.
Si damos por ciertas estas afirmaciones, podemos deducir que lo que finalmente decide nuestro destino son dos fuerzas que muy difícilmente pueden ser influenciadas por la razón: cultura que cuando no es la adecuada hace fracasar todos los intentos de las políticas socialistas e instinto que nos impone ideologías socialistas que nos desprovee de la confianza del inversor cuando seguimos políticas individualistas.
De hecho, la razón, descubrió hace mucho tiempo que debemos hacer para que un país progrese. Sabemos perfectamente que debemos contar con instituciones adecuadas y que funcionen como tal, debemos disponer de un sistema judicial independiente, también está claro que las políticas económicas deben respetar ciertas normas básicas del capitalismo permitiendo inclinaciones a la derecha o izquierda y que la educación es fundamental para crear las condiciones para que estos requisitos se cumplan, entre otros muchos objetivos muy bien estudiados.
Sin embargo la mayoría de los paises no pueden lograr estas metas (los que lo hacen son los desarrollados) y finalmente su destino se parece al de una pluma llevada por la brisa habitualmente o por la tempestad otras veces.
Si lo que finalmente depara nuestro futuro no es la razón que mediante  el voto nos brinde libertad y capacidad de poner en funcionamiento estos requisitos sabido por todos necesarios para el progreso, sino fuerzas que parecen estar fuera de nuestro control. La gran cuestión evidentemente pasa por encontrar la fórmula que permita revertir este triste destino.

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