Progresamos o solamente vamos trás nuestro inevitable destino 2

En los post "progresamos o solamente vamos trás nuestro inevitable destino" y "Un teléfono móvil en Babilonia" intento descifrar si el homo sapiens es capaz de diferenciarse  y evitar el destino que les tiene reservado a cualquier especie del reino animal la existencia misma y por tanto capaz de crear su propio destino, me pareció interesante continuar ésta Zaga compartiendo una columna del señor Carlos A Montaner y unos comentarios donde se destaca el porqué el homo sapiens avanza tan extraordinariamente en las áreas de innovación y tecnología mientras en su organización política y económica parece dar pasos de tortuga si es que da alguno.
Veamos:



Por Carlos A Montaner

¿La copa está medio vacía o medio llena? Depende. Según Bernie Sanders el 1% de la sociedad se enriquece exponencialmente mientras los pobres, 40 millones de norteamericanos, el 13% del censo, carecen de recursos para tener una vida digna.
¿Es eso verdad? También depende de lo que uno llame una “vida digna”. La pobreza en Estados Unidos se mide por los ingresos. Una familia de 4 personas que recibe menos de $25,000 dólares es considerada “pobre”. Pero se trata de una pobreza relativa. Esa familia dispone de viviendas y escuelas públicas. De bonos para adquirir alimentos sin costo. De electricidad, teléfonos, agua potable, Internet. De autos y calles asfaltadas. De protección policíaca y de un sistema judicial con abogados de oficio que representan a las víctimas y a los victimarios.
Por otra parte, el desempleo en Estados Unidos continúa reduciéndose. Eso es magnífico. Sigue siendo el país de las oportunidades, como determina la riada de inmigrantes legales o ilegales que arriban anualmente. No obstante, un CEO o Presidente de una empresa importante gana 312 veces al año lo que percibe un empleado promedio. Eso es problemático y refleja lo que dictamina el Índice Gini: el 20% más rico de la nación obtiene mucha más riqueza que el 20% más pobre.
Corrado Gini era un estadístico italiano, fascista, que en 1912, hace más de un siglo, diseñó una fórmula para establecer la división de los ingresos entre los quintiles de cualquier sociedad. (Con los años y los palos el matemático abandonó el fascismo). Supuestamente, el Índice o Coeficiente Gini mide la equidad o igualdad que reina en el país que se somete al análisis. Grosso modo la región más igualitaria es la Escandinava y una de las más desiguales es Latinoamérica.
Son tantas las variables culturales, geográficas e históricas que convierten esos índices de desigualdad en verdaderos estorbos conceptuales que esgrimen los demagogos constantemente. “El Gini” es casi inútil. Dos de las naciones más “desiguales” son, precisamente, Panamá y Chile, las que más han crecido en la región y las que más se acercan al pleno empleo.
Pero, cuando uno exhibe, orgulloso, lo que sucede en Chile, los adversarios no tardan en levantar el rencoroso dato de que Chile y Panamá tienen un Índice Gini que excede la cifra de 50, cuando los países escandinavos poseen menos de 30. Con arreglo a este coeficiente 0 sería la igualdad absoluta y 100 la desigualdad total. Cuba, país en el que casi todos viven miserablemente, anda por los 40 y la mayor parte de la población sueña con instalarse en Chile o en Panamá, y no digamos en Estados Unidos, cuyo “Gini” es 45.
Tal vez es más confiable el Índice de Desarrollo Humanoque publica anualmente la ONU. Es algo más completo. Pondera tres factores: los niveles de ingreso per cápita, los de escolaridad y la esperanza de vida. El economista español Leandro Prados de la Escosura, citado por Juan Ramón Rallo, otro economista destacado, midió la desigualdad entre países de 1870 al 2015 y halló que, aunque las poblaciones se alejaban en lo tocante a ingresos monetarios, se acercaban en escolaridad y esperanza de vida. (La reseña de la obra de Prados de la Escosura a cargo de Rallo puede encontrarse en El Cato Institute).
Pero el IDH tampoco es suficiente. Le falta un análisis de las diferencias entre quienes viven en la capital o en las zonas más distantes. Un asalariado en Buenos Aires recibe casi el doble de uno que realiza la misma tarea en Jujuy o en Salta. Algo que sucede, por ejemplo, con relación a Ciudad México y a Chiapas. Y le falta el signo de las migraciones, y de las oportunidades de desarrollo personal que presentan las grandes urbes cuando se contrastan con las zonas rurales, porque no se ha encontrado una manera eficiente de detallar la “movilidad social”. Sabemos que existe y caracteriza a la sociedad norteamericana, y, en general, a las sociedades de mercado, pero no hay forma de medirla convenientemente.
Entre Thomas Piketty, autor de El Capital en el siglo XXI, el rey de los pesimistas, y Steven Pinker, Enlightenment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress, me quedo con los optimistas. A trancas y barrancas vivimos en un mundo cada vez mejor.


razonvsinstinto

Habría que ser demasiado necio para negar que vivimos en un “mundo” que está cada vez “mejor”.
La calidad de vida de los antiguos reyes sería el equivalente a la calidad de vida de un ciudadano que vive hoy en la pobreza y con una muy pero muy baja expectativa de vida.
Sin embargo, en áreas que más comprometen el futuro de la humanidad, el mundo de hoy no es mucho mejor, ni siquiera un poquito mejor en la mayor parte del planeta con excepción de los pocos islotes de progreso que existen conocidos como pueblos Desarrollados.
Áreas como la política donde vemos hoy una Venezuela que en nada se diferencia su situación actual de las luchas por el poder encarnadas en pueblos hace más de 2.000 años atrás (o mucho más). O una China Todopoderosa a un paso de decidir el destino del mundo gobernada por la coerción más absoluta exactamente igual a la que experimentaban con sus emperadores y sus mandarines de hace 3.500 años (o más).
O áreas como la del cuidado del medioambiente, ahora como antes, en la que en nada nos diferenciamos de lo que hacíamos o podíamos hacer o dejar de hacer respecto 5.000 años antes (si es cierto lo de la destrucción del medio ambiente, lo “mucho mejor” que estamos se reduce bastante hasta un “poco mejor” o incluso ¡Estamos peor!).
En la política exterior o internacional, mejor ni hablar. Estamos exactamente igual que hace 5.000 años reinando a sus anchas la Realpolitik o Realismo por lo que se puede afirmar que estamos igual. O en realidad mucho peor toda vez que ahora en la Realpolitik se incorporó el arsenal nuclear capaz de destruir 100 veces el planeta entero.
Repito, habría que ser demasiado necio como para negar que vivimos en un mundo mucho mejor, pero cuidado con sobrestimarnos.
El día que la razón tome las decisiones más relevantes para nuestro presente y futuro, ese día habré de afirmar que hemos avanzado, progresado, mejorado.
Pero mientras la ambición y la codicia sigan decidiendo nuestro destino (exitoso hasta ahora por suerte) a través del andamiaje aportado por el capitalismo y la economía de mercado, no habré de afirmar que la humanidad es una especie que “progresa”. Atisbos de ello se ve por suerte en los países desarrollados del Norte de Europa o en Japón, pero ¿Y en el resto del mundo?.
Hacia allá debemos ir si China nos deja.
  • Sin olvidar, amigo razonvsinstinto, que el siglo XX fue el escenario de las mayores atrocidades y los mayores genocidios de la historia humana: el holocausto, la colecticización forzosa en Rusia, la revolución cultural china, lo de Pol Pot en Kampuchea, los absurdos de la Primera Guerra Mundial… Los antiguos no eran tan eficientes matando gente. Y, más recientemente, el terrorismo indiscriminado de los islámicos y su indigna costumbre de ocultar sus armamentos en escuelas y hospitales usando su propia gente como escudos humanos.
    No todo el campo es orégano. No voy a decir, como Jorge Manrique, que ¨cualquier tiempo pasado fue mejor¨. Pero tampoco puedo decir que el tiempo actual es en todo mejor. No creo que lo sea.
    • Exactamente amigo Julián.
      Y agregaría que los avances tecnológicos de los últimos años nos hacen dar la impresión de que las masacres que ud menciona durante la segunda guerra mundial o durante los “años dorados” del comunismo stalinista o maoísta sucedieron hace siglos cuando para la historia, sucedió “ayer”.

    • razonvsinstinto

    • La gran pregunta es ¿Cómo es posible que existan avances tecnológicos maravillosos y beneficiosos al punto de alcanzar enormes niveles de calidad de vida y promedios de expectativas de vida de 80 años y sin embargo, mientras tanto, en política a nivel global nos seguimos conduciendo por los mismos principios que regían desde que tenemos memoria?
      Y lo mismo va para la política interior, las fuerzas que conducen a la mayor parte de los pueblos del mundo son las mismas que los conducían hace miles de años.
      Mi respuesta a esta paradoja está en que en los avances tecnológicos la razón no toma decisiones que conducen el proceso sino que simplemente se encarga de satisfacer los deseos de nuestros impulsos, entre ellos los de la ambición del emprendedor. Emprendedor que ve satisfacer sus ambiciones mediante la creatividad e innovación. La razón se encarga de proveerles las herramientas para ello. Y con una extraordinaria eficacia dicho sea de paso. Del resultado de este proceso surgen los Job's o Gate's o Jack's Ma por nombrar algunos paradigmas entre miles de ellos.

    • Mientras que en politica, el progreso se da cuando las condiciones son las opuestas, cuando la razón intenta oponerse a los caprichos de la codicia y ambiciones de los audaces que no saben contener sus pulsiones.
    • Se entiende la enorme dificultad que enfrenta acá la razón, la que nos hace realmente humanos, toda vez que en vez de dedicarse a satisfacer los caprichos de nuestros instintos, debe imponerse a ellos.
      El resultado de ese proceso cuando tiene éxito es la Democracia. La imposición de la razón sobre la codicia de unos pocos y poderosos.
      Por ello y como es fácil observar, el progreso real en política se reduce a algunos rincones del planeta.
      Eso sí, se puede afirmar que hay progreso. Hay Democracia real en el mundo.
      El problema actual está en que la Democracia, el progreso real, encontró un contrincante de peso que nos quiere retrotraer al pasado. Encontró a China.
      Por suerte creo que superará fácilmente este nuevo escollo como superó el del Comunismo

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