Chile nos muestra el camino (3)


Reproduzco esta columna del Sr Montaner porque considero muy importante que alguien con el nivel de información y conocimiento como él posee, constate los avances importantes del pueblo chileno tal como también yo lo percibo.
A continuación, un comentario mío al respecto remarcando algunas vicisitudes que me parecen importantes destacarlas.
Veamos.
LO QUE SE JUEGAN LOS CHILENOS EN LAS URNAS
Por Carlos Alberto Montaner
El domingo 17 de diciembre los chilenos regresan a las urnas. Es la segunda y definitiva vuelta. ¿Qué se juegan? Algo muy serio. Probablemente, la permanencia de millones de personas en las clases medias, y ya se sabe que la libertad y la democracia se defienden mejor cuando un porcentaje elevado de ciudadanos forma parte de ese sector socioeconómico. Entre 1990 y el 2015 –la etapa de la democracia liberal- el país dio un tremendo salto económico. Entonces parecía que entre los chilenos existía el consenso de que era sensato insistir en el modelo de mercado, estado reducido, estímulos a los emprendedores, sistema de pensiones basado en la capitalización individual y propiedad privada del aparato productivo, que tan buen resultado había dado en el país, aunque lo hubiera instaurado el dictador Pinochet por iniciativa de los Chicago boys incorporados a su gobierno. En el 90, sólo el 23,7% de los chilenos podía clasificarse como integrante de los sectores sociales medios. En el 2015, el número había saltado al 64,3 -casi se había triplicado-, una impresionante hazaña que había servido para colocar el país a la cabeza de América Latina y en el umbral del Primer Mundo. Para quienes se preocupan por los niveles de las diferencias de ingresos (y no por la disminución de la pobreza, que es lo verdaderamente importante), es útil recordar que, aunque el Índice Gini de Chile es de los peores del mundo, durante ese periodo se ha reducido de 57 a 50. Es decir, la diferencia entre lo que recibe el 20% más rico y el 20% más pobre ha disminuido notablemente. Los principales datos los extraigo de un estudio muy serio de Libertad y Desarrollo, un notable think-tank del país que, como los cómicos, da la buena noticia del incremento de la clase media, pero la acompaña de una mala: una parte sustancial de esos sectores sociales puede involucionar nuevamente hacia la pobreza, dado que una porción importante de este grupo se sitúa muy cerca de la llamada franja de vulnerabilidad.    ¿Qué es eso? El asunto tiene que ver con la definición del término “clase media”. Es una expresión vaporosa que tiene varias acepciones. El estudio de L&D se acoge a la metodología del Banco Mundial que clasifica como clases medias a todos los adultos que obtengan el equivalente de entre 10 y 50 dólares diarios de ingresos medidos por el poder de compra. Pues bien: el grupo mayoritario de los chilenos clasificados como niveles sociales medios está más cerca de los US$10 diarios que de los 50. Son más propensos a regresar a los niveles de pobreza, fenómeno que hemos visto varias veces en Argentina, Ecuador, Perú, Bolivia y, sobre todo, en Venezuela y Cuba, países en los que el salario real de las personas anda por los diez dólares mensuales. ¿Qué se necesita para que algo así suceda en ese país y se descarrile lo que se ha llamado el “milagro chileno”? Sencillo: un gobierno populista que aumente irresponsablemente el gasto público, que se asiente sobre redes clientelares de estómagos agradecidos que cambian sus votos por dádivas, que olvide que los gobiernos no producen riqueza, porque ésta sólo se genera en el ámbito privado y requiere un ciclo lento de madurez que incluye trabajo intenso, innovación, inversión, beneficios, ahorros y, nuevamente, inversión. Esto es: el descalabro vendría de la mano de uno o varios gobiernos sucesivos que olviden que el orden racional de la economía exige que el Estado viva de la sociedad y no al revés, como sucede en las naciones fallidas paridas por el peronismo, el chavismo, el castrismo y otros males similares enquistados tras las banderas de la justicia social. Estados Unidos, que es hoy y desde hace un siglo la mayor economía del planeta, sólo ha crecido, como promedio, un 2% anual, pero lo ha hecho durante 235 años consecutivos, descontados los periodos excepcionales de recesión. Los saltos inmediatos pertenecen a las delirantes fantasías de los ingenieros sociales como Mao Tse-tung, Fidel Castro y Hugo Chávez. Esto es lo que se juegan los chilenos el 17 de diciembre. No es poca cosa.

razonvsinstinto

Exelente columna, como siempre, del Sr Montaner.
Chile para mí, representa una cuestion de interés muy especial aunque sea argentino. Y lo es porque después de recorrer la historia entera, uno de los descubrimientos más importantes que rescaté de esa travesía, es que toda vez que un pueblo progresaba, y esto es sinónimo de conseguir máximos niveles de organización política acorde a la época, generalmente lo hacía a través del proceso de imitación de una cultura vecina exitosa. Vale remarcar el término organización porque lo que indefectiblemente acompañaba a cada período de prosperidad de un pueblo, era la obtención de orden y eficacia administrativa. Sin un mínimo nivel organizativo, prosperar era imposible y lo que proveía capacidad para organizarse eran las características culturales, más cuánto más predisponían sus costumbres y hábitos a la colaboración colectiva, no importa si se trataba de un régimen dictatorial o democrático. Obviamente aún así continua siendo.
Y esto significa que dado el deterioro cultural de mi país (aunque parecería que alguna esperanza asoma con lo que está ocurriendo en los últimos 2 o 3 años) la esperanza de encontrar alguna maldita vez el camino al desarrollo, está puesta en el mecanismo de imitación de un pueblo vecino exitoso, en este caso de Chile obviamente.
Deterioro cultural responsable del proceso de decadencia argentina sin pausa que nos está llevando de ser uno de los 10 países más ricos del planeta hace 80 años, a la actualidad donde competimos por los puestos 70. Con un nivel de pobreza que estaba en el 5% mientras hoy rozamos el 35%, por lo que todos estamos expuestos a sufrir esta triste situación social, entre ellos mis hijos.
Otro concepto que creo necesario remarcar es el conocimiento de que cuando los países progresan en paz, los beneficios no son sólo para el afortunado que crece, sino también para los demás, directa o indirectamente toda vez que el sistema llamado capitalismo de mercado en un contexto globalizado es el que nos conduce y decide nuestro más o menos próspero destino. Lo que sucede con el crecimiento chino y los beneficios que trajo para muchos países su aumento de capacidad de consumo es un ejemplo de ello (aunque el final de esta cuestión está por verse si será para bien o un enorme mal -ver“el peligro chino” razonvsinstinto.blogspot-)
Y es necesario remarcar este concepto para alentar e incentivar, aunque sea desde mi super humilde posición a los países que tienen posibilidades, a apoyar y ayudar (no duden en que lo tienen y con nombrar las palabra Plan Marshall alcanza y sobra para entender el concepto) al pueblo chileno que parece tener todas las condiciones necesarias para llegar al status de país desarrollado y con ello vía desencadenamiento del proceso de imitación, el crecimiento real de todos los pueblos de la región y finalmente un beneficio para todos.
Más importante aún porque será crecimiento con democracia, variable que jamás puede estar ausente si se quiere tener un verdadero título de Nación desarrollada.
Hechas estas aclaraciones, quisiera remarcar cuál es el mayor logro, entre muchos y clave para conseguir lo conseguido, del pueblo chileno y advertido probablemente por muy pocos.
Este casi milagroso y fenomenal logro consiste en la ininterrumpida adopción mayoritaria del pueblo chileno del liberalismo económico como conductor de su economía durante más de 30 años sin interposición de trabas o escollos.
De hecho, busquen en todo el mundo subdesarrollado, democrático o dictatorial, un país que pueda recurrir a políticas económicas liberales durante más tiempo que el que dura salir de crisis dejadas por períodos supuestamente socialistas o progresistas.
Y que después de superada la crisis, los pueblos o sus políticos no vuelvan a insistir con su gran y viejo amor que son los planes estatistas, distribucionistas, intervencionistas, nacionalistas y dirigistas en mayor o menor grado dependiendo de la demanda de las bases para ser aceptado como su conductor y líder.
Créanme que no encontrarán a ninguno. En todos los rincones del planeta subdesarrollado, declararse liberal de mercado abierto a las economías del mundo dando al estado mínimas responsabilidades dejando al mercado y la mano invisible de Adam Smith sean los que lleven finalmente los beneficios a todos, es como nombrar a Satanás.
Únicamente de manera subrepticia y meticulosa es posible incorporar políticas liberales en los planes de gobierno si no quieren sufrir el rechazo popular (menos necesario cuando se proviene de crisis populistas típicas de estos procesos donde la población está más expuesta a aceptar lo que sea con tal de mejorar la situación social). Chile es claramente una excepción y por ello los extraordinarios resultados obtenidos (todos los otros países de Latinoamérica han pasado por el eterno círculo vicioso de populismos con un corto periodo liberal para arreglar los desastres heredados y volver a un nuevo populismo)
Esta aislada rareza chilena de tener gobiernos que se suceden manteniendo políticas liberales durante tantos años seguidos sin caer en períodos pseudosocialistas destructivos, es extraordinaria.
Extraordinario porque si se observa qué es lo que finalmente decide el voto democrático de las mayorías o la aprobación popular del dictador de turno en cada uno de los individuos, se encontrará con que son las emociones, impulsos o instintos y no la razón, como la mayoría imagina.
Las emociones y los impulsos  son decisivos en el proceso de razonamiento del homo sapiens "No somos seres racionales sino seres emocionales que razonan" (esta es una extraordinaria definición que puede ver profundizada en “Míralo Zaratustra está ahí nadie lo ve pero siempre está (2)” en razonvsinstinto.blogspot.com). Y las emociones que surgen de la desigualdad social imperante en todos los países subdesarrollados, inclinan mayoritariamente al razonamiento a adoptar cualquier idea que implique distribución de la riqueza vía acción del Estado. Y las ideas que mejor se adaptan suelen ser las que prometen "los oportunistas nuestros de cada día" que nos llevan de un populismo a otro populismo por los “siglos y siglos que pasaron y aquellos que vendrán” (ver “el verdadero progresista” en razonvsinstinto.blogspot para comprender porqué generalmente los que llegan al poder en los países subdesarrollados son los "falsos socialistas o progresistas" degeneradores seriales de los proyectos socialistas en populismos corruptos hasta la médula y destructores de cualquier intento de organización social eficiente vía destrucción sistemática de las instituciones y no los "verdaderos socialistas o progresistas"  como los que observamos en los países desarrollados de Europa Occidental). Dicho esto quiero hacer la advertencia del mayor riesgo que tiene Chile de frenar este proceso, y es que nuestras emociones humanas conducidas por instintos (que siempre intento transmitir ya que no existe otro que lo considere o al menos yo no conozco uno), finalmente decidan inclinar a los votantes chilenos por un “nuevo y generoso” distribuidor de la riqueza que seguramente no hará otra cosa que distribuir lo conseguido hasta ahora con un enorme esfuerzo para disfrutar un corto periodo de buenaventura y chocar después con la realidad de siempre: el desastre populista.
Es por esto que para mí es imprescindible evitar semejante riesgo.
Sus gobiernos, si bien deben mantenerse dentro de parámetros macroeconómicos estrictamente enmarcados en el liberalismo, economías abiertas, reglas de juego estables, serías y previsibles más un largo etcétera que conforman este eficiente sistema de creación de riquezas y prosperidad, deben apuntalar políticas que hagan llegar con la mayor eficiencia posible beneficios a todos los ciudadanos reduciendo más el índice de Gini mediante un sistema de salud, educación y retiro lo más justo e igualitario posible. Espero logren esas metas sin conflictos serios que destruyan los conseguido hasta acá y con ello se consolide el sistema político chileno hasta lograr el desarrollo.
Una vez en esa posición, las metas serán seguramente diferentes y otros los problemas a enfrentar,  mientras los actuales habrán sido superados (tal vez entonces puedan discutir la posibilidad de encarar o no un programa de verdadero Estado de Bienestar similar al de otros países ya desarrollados, pero por ahora mejor la mayor prudencia posible y avanzar de acuerdo a sus posibilidades culturales reales en objetivos como estos).
Entonces y ojalá así sea, nos quedará a nosotros superar lo que chile ya habrá superado. ¿Estoy delirando?
Tal vez no.

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