Si fuera gobierno

Si pudiera decidir que debe hacer un gobierno, sin duda haría algo tan extraordinariamente sencillo como revolucionario.
Tanto como para cambiar el destino de las sociedades atrasadas o reforzar y consolidar el proceso de desarrollo de las sociedades avanzadas bien llamadas desarrolladas.
Pues bien, simplemente me preocuparía por poner en funcionamiento cuanto mecanismo exista para que la ciudadanía se vea estimulada o caso contrario, obligada a cumplir cuanta norma, regla o ley exista.
Cuidar, controlar, vigilar y multar o castigar, si se ve necesario, que los ciudadanos se preocupen por cumplir todas las reglamentaciones comenzando por una tan sencilla como la de no ensuciar con un papelito un espacio público o el de un vecino.
Si obligados o no, cumplimos con nuestras obligaciones y responsabilidades civiles, seguramente nos preocuparemos para que los otros también las cumplan.
Creo sin temor a equivocarme que por este camino, lentamente, paso a paso, el resultado será obtener dos objetivos claves para el progreso de los pueblos, estos son:  el funcionamiento eficiente de las instituciones y la capacidad de ejercer lo que se conoce como control ciudadano.
Con estos dos objetivos cumplidos  se obtiene necesariamente una adecuada organización social.
Pero para que este objetivo sea posible, las normas reglas y leyes también deben ser cumplibles.
Es fundamental modificar toda regla o ley que por cuestiones culturales, ideológicas o económicas, o por el motivo que sea, se vean difíciles de cumplir para la sociedad en general.
Las demás obligaciones de gobierno deben limitarse a prestar la atención necesaria para evitar crisis de gobernabilidad, no más que eso.
Esto debe ser así por la sencilla razón de que cualquier otro objetivo que se ponga un gobierno, no lo logrará hasta que no se cumpla este primera  fundamental y fundacional meta, cambiar la cultura individualista que caracteriza a los pueblos subdesarrollados y asimilar las costumbres, hábitos y conductas comunes todo lo posible a las que caracterizan a las culturas colectivistas.
Una vez obtenido este enorme logro, todo lo que después se propongan los gobiernos y sus pueblos estará al alcance de la mano. Simplemente se fijarán objetivos y seguramente se cumplirán como lo planeado.
Antes, todo termina en un balde sin fondo, todo fracasa y si a veces parece que se logran avances, solamente es un paso hacia adelante que antecede al próximo paso hacia atrás.
Las pruebas son contundentes toda vez que se analiza los resultados obtenidos en los últimos 200 años en la enorme mayoría de los países subdesarrollados.
¿Que duda cabe?
¿No están igual o peor que 200 años atrás en desarrollo humano los países de Medio Oriente, de África, Latinoamérica, Sudeste asiático, etc, con casi inexistentes excepciones?
Los pueblos con una cultura apegada al cumplimiento de las normas y reglas logran con facilidad algo tan extraordinariamente importante como ignorado en cuanto análisis político generalmente encontramos en los medios, me refiero a la óptima organización social.


Toda vez que un pueblo a lo largo de la historia consiguió establecer un orden que permita caracterizar a un país como organizado, los planes propuestos por los gobiernos han sido exitosos.
Dictatoriales o democráticos, depende de la circunstancias históricas, una vez establecidas las reglas y cumplidas las mismas por la mayoría, el progreso era casi inevitable.
No hubo período alguno de un pueblo exitoso que no  haya antecedido al progreso una óptima estructuración del estado y ciudadanos dispuestos a seguir las reglas para cumplir las metas planteadas.
Y tampoco estuvo ausente en la historia, toda vez que se observaba un proceso de deterioro y decadencia, la desorganización.


Una vez afianzado el cumplimiento de las normas, más tarde o temprano llegará el convencimiento y finalmente el acostumbramiento y a partir de ese día, las actitudes y costumbres que se van adoptando no solamente serán beneficiosas sino que también sostenibles.
Una vez los actos establecidos y dirigidos desde el gobierno se transforman de la obligación a la costumbre o hábito, mejor resumido con los términos transformación cultural, el camino al progreso queda claramente allanado.

El otro enorme objetivo que se cumpliría de lograr una meta donde todos cumplan sus compromisos respetando las normas y reglas es que difícilmente permitiremos que algunos no lo hagan. Entre ellos a los encargados de gobernar y el resultado de este proceso será el de tener capacidad de ejercer control ciudadano.
Con control ciudadano no solamente se exigirá la ausencia de corrupción sino también la eficiencia y compromiso a la hora de realizar sus tareas encargadas no solamente de los funcionarios públicos y dirigentes políticos, sino también y seguramente más importante que esto, las de cada empleado encargado de una tarea en la administración pública en el área que sea, comenzando por ejemplo con la tarea de los encargados de la educación (pública o privada) o la justicia.
El resultado de este proceso es algo tan importante como los demás objetivos expresados antes pero que es a su vez consecuencia de ello, me refiero a la eficiencia en el funcionamiento de las instituciones.
Una vez que las instituciones son eficientes, todas las políticas funcionan, de salud, seguridad, educación, etc sean éstas de centro, izquierda o derecha (con la única excepción del comunismo).
Tan simple y difícil como eso, estímular u obligar al cumplimiento de las normas y reglas.
Lo demás vendrá solo.
No tengan dudas de ello.

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