Cultura, Zaratustra e inseguridad en Latinoamérica

Estudios sociológicos en Argentina indican que la delincuencia está directamente relacionada al consumo de drogas, pobreza y falta de educación.
Según este estudio, los pibes se inician en el consumo de drogas a los 12 - 15 años y comienzan a delinquir para obtener las drogas.
Es evidente que si la pobreza tuviera índices menores y la educación fuera mucho mejor, la delincuencia sería significativamente menor.
Nadie duda de ello. Nadie.
¿La solución?
La izquierda propone distribución de la riqueza para que no existan los pobres y excluidos. Condición que los conduce sin paradas intermedias directamente al consumo de drogas para escapar de la triste realidad que los azota y la inevitable consecuencia del delito para proveerse el consumo.
Tienen razón, está absolutamente comprobado que cuanto más desigualdad social asociada a la pobreza, más delincuencia e inseguridad se tiene (vale aclarar que desigualdad sin índices de pobreza extremas también aumenta fuertemente el riesgo de altos índices de delincuencia como sucede en EEUU aún a pesar de tener una enorme población carcelaria que es la solución que encontraron para paliar la problemática aunque claramente no sea la ideal).
Pero la izquierda ignora un aspecto fundamental del proceso que implica disminuir las desigualdades sociales que hacen inviables sus razonables propuestas en Latinoamérica y el mundo subdesarrollado en general.
Ignoran que cualquiera sea el plan distributivo, éste requiere de voluntarismo político, dirigismo económico e intervencionismo estatal en mayor o menor medida y que para que este plan sea exitoso necesita de una aliada clave que acompañe en vez de poner cuántas trabas sean posibles, me refiero a la cultura adecuada.
Cultura que cuando pone en manos de los dirigentes políticos y funcionarios públicos el manejo de fondos públicos para distribuirlos no termine en una orgía de corrupción e ineficiencias catastróficas como nos tienen acostumbrados en Latinoamérica. En vez de más igualdad y menos pobreza, el resultado final siempre es exactamente el opuesto.
Cultura que se interese en el destino de aquello que compete a todos y actúe en consecuencia para evitar los extravíos que puedan perjudicar al interés general. Es decir, una cultura que movilice a los ciudadanos no solamente cuando ven afectados sus intereses individuales sino también sus intereses colectivos. Movilidad que implica, por ejemplo, nunca votar a alguien conocido como corrupto (los corruptos son elegidos porque el ciudadano con esta cultura considera exclusivamente su interés individual cuando vota buscando una ventaja sin importar si ella puede o no significar un daño para los demás, como la de votar a un político que le promete un empleo estatal allí donde se sabe nada hay para hacer por lo que una estadía de ocio espera aunque sea evidente que otros deberán pagar por ese inmerecido beneficio, entre los miles de ejemplos pueden darse donde el elector considera exclusivamente lo que a su interés personal respecta sin importar "un comino" lo que implica el interés general).
Cultura cívica que tenga capacidad de ejercer "control ciudadano" de sus dirigentes.
Cultura que rechace la mentira o el ocultamiento de los hechos.
Cultura que haga posible planes exitosos educativos y no terminen en situaciones como las de Argentina donde son más los maestros suplentes cubriendo vacantes que los maestros titulares.
Maestros titulares que aprovechando nuestra cultura encuentran siempre un médico, tambien obviamente, con nuestra típica irresponsabilidad cívica capaz de dar certificados médicos mentirosos para justificar largas ausencias que deben ser reemplazadas por suplentes. La excepción termina siendo la regla: hay más suplentes que titulares. Circunstancias que genera una sobrepoblación de maestros obligando a compensar los gastos excesivos con malos salarios. Malos salarios que desincentivan a los maestros a la hora de enseñar con profesionalidad sumado a su propia situación cultural que los hace incapaces de dar la importancia que tiene una buena o malas educación para la sociedad toda (aunque sean conscientes de ello). Fracasos en educación que, de nuevo, ante una sociedad incapaz de preocuparse por cuestiones colectivas, se desentiende de su responsabilidad votando a los mismos gobernantes que ante los fracasos educativos recurren a las mentiras y planes escolares que intentan esconder resultados que están a la vista de todos, como la iniciativa de excluir la posibilidad de repetir el año escolar por más deficitario sea el alumno.
¿Se entiende la importancia de la cultura a la hora del éxito o fracaso de los planes de gobierno cualquiera sea la política se trate?
Llegado a este punto, las evidencias sobran para predecir que el fracaso de cualquier plan que implique distribución de la riqueza para que no existan pobres como tampoco enormes fortunas que expongan desigualdades sociales que estimulen el resentimiento y la delincuencia, será inevitable. Así como fracasan los proyectos educativos que buscan ofrecer igualdad de oportunidades para todos.
Entonces, si no nos es posible la posibilidad de contener o controlar la delincuencia y la inseguridad vía igualdad social y educación -cómo sí es posible con la cultura cívica adecuada como los casos de los países nórdicos entre los afortunados de una corta lista- ¿Qué opción queda?
Evidentemente, el opuesto, la mano dura.
Simplemente sacar incentivos a la opción de delinquir.
Que sea mucho más costoso el ejercicio de la delincuencia y no como sucede actualmente en medio de supuestas políticas garantistas que asumen que la culpa la tiene la sociedad y no el delincuente (con o sin razón, ya da igual una vez comprendida la situación a la que la cultura nos expone) y por tanto, es notablemente más ventajosa la delincuencia que el trabajo mal pago. Trabajo de hecho que si no cumple con mínimas expectativas para provocar al menos la sensación de "pertenecer", es decir acceder a una obra social médica, capacidad de alquilar una vivienda digna y disfrutar de servicios que son paradigmas de lo que asociamos con clase media, el resentimiento y la opcion de la delincuencia es muy  probable que se imponga a la del trabajo . Solamente si se da acceso a esta condición a un ciudadano que duda entre la delincuencia o la incorporación social, al trabajo, se incline por ésta última. Este grupo de riesgo es el que en  Argentina se asocia a los trabajadores en negro.
Como no nos es posible evitar esta circunstancia mientras se prioricen las ideas distributivas, intervencionistas y dirigistas (como las clásicas del peronismo o chavismo o lulismos) el fracaso y la exclusión persistirán y la única opción siempre será acudir a la "mano dura".
No hay opción mientras nuestra cultura impida planes distribucionistas y educativos eficientes.
Lamentablemente, la mano dura tiene un opositor brutal en la enorme mayoría de las sociedades, me refiero a las ideologías de izquierda. 
Ideologías que como aquellos que siguen las entradas de este blog saben, en la mayoría de los ciudadanos no responde su elección a un proceso racional, sino pasional donde la razón se encarga solamente de buscar las excusas que justifiquen las intenciones pasionales conducidas por el protagonista del blog, me refiero al instinto que bautizé con el pseudónimo Zaratustra. Pasiones que irremediablemente inclinan a las mayorías por las ideas redistribucionistas e intervencionistas, por lo que nos encontramos siempre con situaciones paradójicas que se reiteran: sociedades pidiendo seguridad pero que reacciona negativamente toda vez que percibe mal trato al delincuente. Donde el gatillo fácil se transforma de garante de seguridad en un vándalo más peligroso que el asesino múltiple de víctimas ciudadanas totalmente inocentes.
Pues bien, en eso estamos. 
Cuando pretendemos que el delincuente es en realidad una víctima y por tanto tratamos de reformar al responsable, llámese sociedad injusta, nuestra cultura termina empeorando la situación de inicio haciendo fracasar cuanto plan se intente. 
Y cuando queremos recurrir a nuestra única opción dada nuestra condición cultural, es decir, a lo que se asocia como  "mano dura" en políticas de seguridad, nuestra ideología predominante conducida por Zaratustra, impide su correcta utilización ante la falta de apoyo popular (en situaciones extremas tal vez acompañe un corto tiempo hasta que se conceptualice al gobierno nuevamente como gatillo fácil)
Hasta que la sociedad no sea consciente de la existencia de Zaratustra y de la importancia de la cultura en la política, las soluciones nunca llegarán. Nunca.
Por ello voy a seguir insistiendo aunque no sea más que un murmullo en el olvido.

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