Llegará el día que el kirchnerismo rogará haber nacido de derecha.

En varias entradas de éste blog se advierte el problema principal de Argentina, el enorme gasto público que implica una presión fiscal totalmente incompatible con nuestra cultura política.
Cultura política, principal responsable del capital social de los pueblos.
Y en el caso argento, Capital Social incapaz de construir una sociedad suficientemente organizada como para hacer viable políticas económicas que incluyan una presión fiscal como la actual.
Como describo en otros post, la presión fiscal en Argentina llegó a límites incompatibles con una dinámica económica mínima.
Ya ni siquiera como para mantener una estanflacion sin llegar al caos hiperinflacionario que sería el primer escenario de una crisis que podría ser terminal para la Democracia.
El enorme problema que advierto ahora está en que el partido político que seguramente gobernará el próximo período, por más que no tenga intención de profundizar las políticas económicas e institucionales que nos llevaron al escenario límite actual, se verá forzado a hacerlo.
Reitero, aunque no esté en sus deseos o intenciones. Simplemente no tendrá opción. A lo que hay que sumar que es imposible saber si hay algo que pueda frenar el proceso de autodestrucción que nos depararía, tal como le ocurrió a Venezuela que al no contar con ningún poder contra fáctico, los hechos se fueron concatenando sin posibilidades de cambiar el rumbo.
Veamos de dónde surge ésta conclusión, tristísima por cierto.
La historia económica de los países subdesarrollados como el nuestro no se cansa de demostrar que la única salida a las crisis inflacionarias por déficit fiscal infinanciable, es el ajuste fiscal.
El método más utilizado, por elección u obligación, es la megadevaluación.
De esta manera se puede mantener la presión fiscal en proporción al PBI en la moneda local, pero disminuyendo drásticamente los valores salariales e impositivos medidos en dólares.
Y como las compañías que deciden el destino económico de los países, con la decisión de invertir o desinvertir, se conducen con el dólar como moneda de referencia, si los salarios y los impuestos medidos en dólares son míseros, sumado a un control político más o menos estable de la situación social (siempre mala ante estos escenarios) la decisión de invertir y devolver dinámica a la economía suele ser la regla. A menudo la Codicia es más fuerte que la Razón
Sin embargo, Argentina parecería estar en una situación tan límite que hasta ésta opción es inviable.
El ajuste de los gastos del Estado a ésta altura de los acontecimientos debe ser real.
Dicho esto y dadas las declaraciones de Alberto Fernández, próximo presidente casi con seguridad, sus objetivos políticos económicos distan de semejarse a lo que se entiende como ajuste de los gastos del Estado. Y aunque quisiera hacerlo, la base politica que lo lleva al poder, difícilmente lo apoye por lo que muy difícilmente pueda asumirse como una opción posible.
La consecuencia casi inevitable de ello es la hiperinflación y con ella, debilidad política extrema y pérdida casi segura del poder.
Seguramente asumirá entonces el control del gobierno el kirchenrismo con Cristina Kirchner de presidente o con quien sea.
Este "quien sea", por más fanaticamente convencido esté de los encantos del socialismo, advertirá igualmente que el ajuste es inevitable si se pretende tener alguna chance de devolver vitalidad a la economía. Al país todo al fin.
Sin embargo, no estará a su alcance un objetivo como éste.
No porque no solamente nadie confiará en él o ella, sino también porque políticamente dadas sus bases de apoyo, se verá impedido.
Así que, por más que no deseen hacerlo, deberán profundizar el intervencionismo estatal.
Intervencionismo condenado a fracasar y ante cada fracaso, se verán forzado a más intervención con la esperanza de que un plan magistralmente elaborado tenga éxito y se salga airoso de una situación límite.
Lamentablemente, siempre aparecerán los "adalides de la justicia social y del Estado que todo lo puede", con una propuesta magistral. Un nuevo "plan quinquenal" surgirá y con él, más desequilibrios habrá. Y así hasta cooptar totalmente la economía y más grave aún, los poderes económicos, mediáticos y judiciales.
Ese día seguramente los gobernantes del partido Kirchneristas soñarán con pertenecer, por nacimiento o adopción, a las filas ideológicas de la derecha económica. Nada les resultará más desagradable que pertenecer a un partido político anti ajuste fiscal.
Es exactamente lo que le pasó a Venezuela ya con Chávez en el poder. Una situación límite llevó, ante la imposibilidad de revertir el camino tomado, a profundizar y examinar "terrenos desconocidos".
Finalmente el caos se vuelve total si nadie interviene para terminar este círculo vicioso.
¿Quién puede intervenir?
Por nuestra historia, el único poder que podría dar un vuelco a este derrotero, es el poder militar.
Pero el poder militar en Argentina está prácticamente desaparecido como actor político después de la experiencia pasada con los gobiernos de Alfonsín primero y los Kirchner después.
Solamente si la sociedad entera se arrodilla ante ellos rogándoles que se hagan cargo del desastre total que nos espera si se cumple este pronóstico, tomarían el poder. Si es que lo toman.
Vaya destino el nuestro.
Si resulta algo imposible de creer, piense que comenzamos hace 80 años siendo unos de los 10 países con más ingresos percapita del mundo y hoy ya padecemos un 35% de pobreza estructural (comparable ya a países africanos) sin aumentar este guarismo gracias al endeudamiento externo que prácticamente hasta esta herramienta ya está fuera de nuestro alcance en estos momentos.
80 años haciendo un desastre tras otro por lo que la posibilidad de que continuemos con más desastres es realmente posible.
¿O no?

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