La peste pandemica de la corrupción. Origen y causa.
Transcribo un un segmento de un editorial de un prestigioso medio local a propósito de la corrupción y su decisiva importancia en las posibilidades de éxito tienen los pueblos dependiendo de cuánto se extiende ésta peste en las sociedades y a continuación un comentario mío destacando el origen y la causa que permite que esta plaga se extienda como una pandemia en el mundo Subdesarrollado provocando los estragos que todos conocemos.
Observe
La corrupción no puede ni debe ser naturalizada. No hay ningún tipo de beneficio emergente del "roban, pero hacen".
La corrupción tiene su origen en un primitivo instinto que tiene como uno de sus objetivos destacar nuestro ego ante los demás toda vez que oportunidad tenga. Y la exposición de riquezas personales es una de sus formas preferidas para conseguir ésta primigenia meta de la especie homo sapiens -ver "Presento a Zaratustra, el protagonista del blog y del libro"-.
Así, es muy frecuente que cuando un funcionario o político tiene la posibilidad de decidir los destinos de fondos públicos y utilizarlos para enriquecerse y poder acceder así al círculo privilegiado de los egos ricos y poderosos, no duda un instante en hacerlo. Desde un primitivo rincón de nuestro cerebro recibe endorfinas euforizantes toda vez que la meta parece conseguida. La de ser y sentirse un nuevo rico de la sociedad. La meta de pertenecer al privilegiado grupo de ganadores, como a menudo se describe en EEUU a quienes consiguen esta codiciada posición social (origen a su vez de la riqueza de las naciones cuando está bien dirigida su actividad conducido por las instituciones adecuadas que hacen actuar a este instinto donde es provechoso para la sociedad toda, en el ámbito de la competencia productiva empresarial y no en el de la burocracia y la patria contratista donde las instituciones fracasan, dicho sea de paso)
Se agrava la situación toda vez que destacar el ego ante los demás exponiendo riquezas implica competencia con los otros egos y estos egos a competir son habitualmente los que forman el círculo de convivencia cotidiano. Es decir, se compite con los egos de políticos y funcionarios cercanos que también tienen acceso a fondos públicos y que también se encuentran bajo la instintiva o pulsional presión por destacar los suyos.
Y es por éste primitivo mecanismo el porqué no paran de enriquecerse unos y otros aunque sumen cifras astronómicas en sus haberes, incluso puestas a nombres de testaferros que en algunos casos ni siquiera conocen quienes son.
Este es el origen de la peste pandémica de la corrupción que arrasa pueblos enteros y que todos los ciudadanos deben conocer.
Falta ahora conocer la otra cara de la misma moneda. La causa del porqué se generaliza la corrupción en algunos países transformándose en una peste que se expande como una pandemia en el mundo subdesarrollado.
Y la causa está en la Cultura Cívica y Política de los pueblos que la sufren.
Aquellas culturas cívicas que hacen a sus ciudadanos despegados al cumplimiento de las normas y reglas además de desinteresados de sus obligaciones cívicas para con los demás y el Estado (como votar masiva y conscientemente a un corrupto como ejemplo paradigmático), generan el ámbito perfecto para que el instinto que busca destacar nuestro ego compitiendo en riquezas con los demás corrupción mediante, se exprese en todo su potencial.
La absoluta ausencia del ámbito de la institucionalidad eficiente que hace imposible un poder judicial óptimo y eficaz cierra el círculo perfecto para que éste fenómeno se extienda sin límite alguno.
¿Se entiende la brutal diferencia existente entre un ámbito con eficiencia institucional y otro sin capacidad de las instituciones para defenderse de ésta peste determinado por la cultura cívica y política de los pueblos?.
Eh aquí la causa de la corrupción generalizada y destrucción consecuente de cuanta esperanza de progreso existe en las sociedades subdesarrolladas.
Y el porqué en las sociedades con la Cultura Cívica y Política adecuada para el buen funcionamiento de las instituciones, este instinto que busca destacar nuestro ego ante los demás, produce riquezas y prosperidad estimulando a los emprendedores honestos a producir más y más bienes y servicios para todos en vez de a corruptos e ineptos generando atraso y miseria donde la cultura es la opuesta.
Ver "Instinto y cultura, nuestros verdaderos soberanos" "Borges, la crisis Argentina y lo que nadie dice" "Cultura colectivista vs cultura individualista".
Así, es muy frecuente que cuando un funcionario o político tiene la posibilidad de decidir los destinos de fondos públicos y utilizarlos para enriquecerse y poder acceder así al círculo privilegiado de los egos ricos y poderosos, no duda un instante en hacerlo. Desde un primitivo rincón de nuestro cerebro recibe endorfinas euforizantes toda vez que la meta parece conseguida. La de ser y sentirse un nuevo rico de la sociedad. La meta de pertenecer al privilegiado grupo de ganadores, como a menudo se describe en EEUU a quienes consiguen esta codiciada posición social (origen a su vez de la riqueza de las naciones cuando está bien dirigida su actividad conducido por las instituciones adecuadas que hacen actuar a este instinto donde es provechoso para la sociedad toda, en el ámbito de la competencia productiva empresarial y no en el de la burocracia y la patria contratista donde las instituciones fracasan, dicho sea de paso)
Se agrava la situación toda vez que destacar el ego ante los demás exponiendo riquezas implica competencia con los otros egos y estos egos a competir son habitualmente los que forman el círculo de convivencia cotidiano. Es decir, se compite con los egos de políticos y funcionarios cercanos que también tienen acceso a fondos públicos y que también se encuentran bajo la instintiva o pulsional presión por destacar los suyos.
Y es por éste primitivo mecanismo el porqué no paran de enriquecerse unos y otros aunque sumen cifras astronómicas en sus haberes, incluso puestas a nombres de testaferros que en algunos casos ni siquiera conocen quienes son.
Este es el origen de la peste pandémica de la corrupción que arrasa pueblos enteros y que todos los ciudadanos deben conocer.
Falta ahora conocer la otra cara de la misma moneda. La causa del porqué se generaliza la corrupción en algunos países transformándose en una peste que se expande como una pandemia en el mundo subdesarrollado.
Y la causa está en la Cultura Cívica y Política de los pueblos que la sufren.
Aquellas culturas cívicas que hacen a sus ciudadanos despegados al cumplimiento de las normas y reglas además de desinteresados de sus obligaciones cívicas para con los demás y el Estado (como votar masiva y conscientemente a un corrupto como ejemplo paradigmático), generan el ámbito perfecto para que el instinto que busca destacar nuestro ego compitiendo en riquezas con los demás corrupción mediante, se exprese en todo su potencial.
La absoluta ausencia del ámbito de la institucionalidad eficiente que hace imposible un poder judicial óptimo y eficaz cierra el círculo perfecto para que éste fenómeno se extienda sin límite alguno.
¿Se entiende la brutal diferencia existente entre un ámbito con eficiencia institucional y otro sin capacidad de las instituciones para defenderse de ésta peste determinado por la cultura cívica y política de los pueblos?.
Eh aquí la causa de la corrupción generalizada y destrucción consecuente de cuanta esperanza de progreso existe en las sociedades subdesarrolladas.
Y el porqué en las sociedades con la Cultura Cívica y Política adecuada para el buen funcionamiento de las instituciones, este instinto que busca destacar nuestro ego ante los demás, produce riquezas y prosperidad estimulando a los emprendedores honestos a producir más y más bienes y servicios para todos en vez de a corruptos e ineptos generando atraso y miseria donde la cultura es la opuesta.
Ver "Instinto y cultura, nuestros verdaderos soberanos" "Borges, la crisis Argentina y lo que nadie dice" "Cultura colectivista vs cultura individualista".
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