Venezuela y naturaleza humana

Nuestra naturaleza humana es implacable. Si le das una mínima oportunidad no duda en mostrarte cuánto de despiadada puede ser. Cuanto más la ignoras, más dramáticas pueden resultar las consecuencias de semejante olvido.
Venezuela, Chávez, Maduro, la oligarquía de las fuerzas armadas venezolanas, la miseria extrema de todo un pueblo, la inseguridad fatal, la corrupción sin límites, el autoritarismo y la larga lista de frases descriptivas como éstas de la masacre venezolana, en el fondo, tienen un único origen: el olvido o ignorancia de nuestra naturaleza humana a la hora de definir una hoja de ruta política.
Cuando los socialistas olvidan o ignoran que nuestra naturaleza humana nos condena a que toda vez que aspiramos a una actividad económica con verdadero crecimiento debemos priorizar la expresión de la ambición humana actuando en las áreas donde ella mejor se desempeña, la destrucción del aparato productivo es ineludible.
Y cuando olvidan otra de las facetas de nuestra naturaleza, justamente la que da origen a la ambición, me refiero a la insistente e inevitable exigencia de nuestra naturaleza humana para que destaquemos nuestro ego ante los demás toda vez que oportunidad exista, surgen los corruptos archimillonarios de los regímenes socialistas.
Y ambas consecuencias de la ignorancia del poder de nuestra naturaleza: la destrucción del aparato productivo por insistir en evitar que la ambición se exprese en el ámbito de la producción económica más la corrupción generalizada en el contexto de un gobierno supuestamente socialista que ignora un instinto, Zaratustra, que conduce a la corrupción generalizada toda vez que la injerencia del Estado en la administración pública supera los límites permitidos por la cultura cívica ciudadana, los condena a encrucijadas infranqueables. Encrucijadas cercadas por contradicciones inexplicables y miseria generalizada que producen la inevitable pérdida de apoyo popular. Y ante ésta perdida de sustento político y la imperiosa necesidad de continuar destacando sus egos, los encuentra más tarde o temprano recurriendo a cuántas maniobras increíbles pueda uno imaginar para mantenerse en el poder aunque ello implique el sufrimiento interminable de millones y más millones de conciudadanos relegando a la democracia a un oscuro rincón de sus conciencias.
Pues bien, ahí tienen a Venezuela, que como tantos otros que olvidaron la existencia y el extraordinario poder de nuestra naturaleza, sufriendo una parálisis total de la actividad económica al inhibir la expresión de la ambición en aquellos individuos relacionados con la inversión y la producción privada así como también tener que soportar a toda la cúpula gobernante inundada de riquezas sin límites totalmente irracionales recurriendo a cuántas maniobras corruptas son posibles para acumular más y más poder y riquezas a costa de sacrificar el futuro y la felicidad de millones y más millones de conciudadanos que hasta al mismo Satanás le parecería horroroso.

Por eso, los líderes del nefasto régimen bolivariano no van a ceder el poder aunque ello signifique el sufrimiento sin límites de toda una Nación.
Nuestra naturaleza humana a ello los “condena”.
Solamente una negociación en la que puedan mantener sus egos intactos mientras se libera la faceta de la ambición en la actividad económica puede darle un respiro a esa sociedad. Solamente un respiro económico, pero respiro al fin dada la lamentable situación en la que se encuentra. Justamente lo que hicieron todos los regímenes socialistas totalitarios para sacar a sus pueblos de la pobreza extrema y  de la interminable inestabilidad social. 
China, Rusia, Camboya, Vietnam son ejemplos que muestran el camino que los todopoderosos líderes bolivarianos seguramente tomarán para al menos reducir en algo el sufrimiento del pueblo venezolano y hacer más estable la situación política y su permanencia en el poder con ello. 
Durante un buen tiempo y aunque resulte triste y abandónico, cualquier otra alternativa tiene muchísimo menos chance de éxito e insistir en ello muy probablemente solo prolongará el sufrimiento del pobre pueblo venezolano.
Si no se recurre a este triste pragmatismo, una "Corea de la América del Sur" será probablemente el triste destino de Venezuela. 

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