Zaratustra y fútbol

Muy poco hay para agregar si hablamos de la pasión que genera un mundial de fútbol.
Las imágenes sobran para entender la relevancia de la pasión en este fantástico evento deportivo.
Pero ¿De dónde proviene esta pasión? ¿Qué relevancia tiene más allá de movilizar a la ciudadanía mundial entera con cada partido de fútbol se disputa?
La respuesta está donde siempre, en Zaratustra -ver "Presento a Zaratustra, el protagonista del blog y del libro"-
Es Zaratustra el que desde un primitivo rincón de nuestro cerebro exige a los jugadores del seleccionado nacional que pongan todo el esfuerzo posible para ganar el partido y satisfacer así el objetivo de siempre: ser o sentirse el mejor de todos.
En el jugador de fútbol la exigencia es de manera directa al ser participante de la competencia.
Y en los individuos que pertenecen al país ganador, en los aficionados, a través del viejo y eficiente mecanismo de proyección. Proyección de un ego, el propio, en otra entidad que puede ser individual como cuando nos proyectamos en un jugador de tenis en un torneo internacional, o colectivo como el caso del equipo de fútbol, para el nuestro, en el seleccionado argentino obviamente ¿Se entiende? - ver la zaga "Míralo, Zaratustra está ahí. Nadie lo ve pero siempre está"-
Es Zaratustra el que da el protagonismo y trascendencia que tiene el fútbol y termina en lo que hoy vivimos en este campeonato mundial.
Sin Zaratustra, sería no más que un juego de entretenimiento de unos pocos individuos implicados personalmente en el acto sin trascendencia alguna. Y si hubiera interesados en mirar el evento, no sería más que para distraerse un rato sin que tenga relevancia alguna quién gane o pierda.
Es la búsqueda implacable que nos haga sentir los mejores lo que genera todo lo que vemos hoy en Rusia como en cualquier otro torneo.
Es percibir que somos parte de ese pueblo capaz de generar el mejor equipo del mundo lo que realmente perseguimos cuando padecemos la angustia clásica de cada partido y nos llena de alegría y euforia toda vez que ganamos y avanzamos.
Puede parecer ridículo pensar que lo que finalmente buscamos al poner tanta pasión en el seguimiento del torneo no es otra cosa que sentirnos, subconsciente y subrepticiamente, los ganadores por pertenecer al ámbito social desde donde se genera esa entidad en la que proyectamos nuestro ego, en este caso, en la selección de fútbol ganadora; sin embargo así es.
Y cuando ganamos, Zaratustra nos muestra toda su generosidad por el objetivo cumplido, nos hace disfrutar de una euforia inacabable.
Pues bien, dicho esto, dejo al lector las conclusiones a las que se puede llegar si proyectamos la incidencia de Zaratustra presionando incansablemente para que superemos al otro y que los demás adviertan que somos los mejores, en otras áreas de la vida de los individuos tomando como base lo que vemos en un mundial de fútbol.
Incidencia en la corrupción generalizada, en el cambio climático, en la desigualdad social, en las ideologías predominantes, en la inviabilidad del comunismo más un largo etcétera de temas fundamentales en la historia y presente del homo sapiens.
Y si le interesa profundizar esta cuestión, invito a "navegar" por las entradas de este blog.

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