Un comentario a propósito de la cuestión ambiental
¿Se está ud desmaterializando?
Por José Azel
¿Se está usted desmaterializando? Pregunto no porque crea que usted esté excesivamente preocupado con sus posesiones materiales y debía ser más ascético.
Ni estoy tratando de averiguar si se está desmaterializando para ser tele-transportado a la nave Starship Enterprise después de ordenar “Tele-transpórtame Scotty”.
En economía desmaterialización se refiere a la reducción de materiales requeridos para las funciones económicas. También significa utilizar menos material para obtener el mismo nivel de funcionalidad de un producto. Brevemente, desmaterialización es hacer más con menos. Entonces, esencialmente pregunto si está utilizando menos materiales en su vida. Yo nunca pensé en esto hasta que leí sobre el tema al neurólogo Steven Pinker.
A continuación, tomo prestado de su presentación. El Club de Roma (irónicamente, ahora basado en Suiza) se compone de distinguidos políticos, científicos, líderes de negocios y funcionarios de gobiernos y organizaciones internacionales de alrededor del mundo.
Se describe a sí mismo como “organización de individuos que comparten preocupaciones comunes sobre el futuro de la humanidad y luchan por hacer una diferencia”.
Su misión es “promover la comprensión de los retos globales que enfrenta la humanidad y proponer soluciones mediante difusión y apoyo de análisis científicos”. En 1972 el Club de Roma publicó un influyente informe titulado “Los Límites del Crecimiento”.
Utilizando sofisticadas simulaciones computarizadas el informe predijo un continuo incremento de la demanda de materiales mientras las economías y la población crecerían exponencialmente. Dado un suministro finito de recursos materiales, la simulación del informe extrapolaba que la creciente demanda de recursos conduciría eventualmente a un abrupto colapso económico mundial.
El informe Los Límites del Crecimiento vendió más de 30 millones de copias en 30 idiomas. Se convirtió en el libro sobre medio ambiente más vendido en la historia. Y estaba totalmente equivocado. Estudios actuales del uso de materiales y crecimiento económico muestran que las economías están creciendo utilizando muchos menos materiales físicos. ¿Cómo es posible? Aquí es donde el Dr Pinker nos simplifica la compleja ciencia con ejemplos que podemos relacionar.
Mi antigua colección musical (y sospecho que igualmente para algunos de los lectores) requería muchos pies cúbicos de vinilo para mis discos de larga duración. Con el tiempo, el uso de materiales se redujo a solamente pulgadas cúbicas para discos compactos. Y ahora mi colección musical en MP3 no requiere materiales. El papel y tinta utilizados para imprimir los periódicos diarios, y el combustible utilizado para distribuirlos, ha sido reemplazado por mi casi inmaterial iPad.
Los sistemas de teléfonos móviles no requieren mucho en términos de postes telefónicos y cables. Mis extensos archivos y carpetas ya no existen. Mis archivos inmateriales ahora se almacenan en “la nube” (cualquier cosa que eso sea). La tienda de productos de oficina debe estar extrañando mis frecuentes compras de resmas de papel.
Y, como Pnker nos recuerda, “pensemos solamente todo el plástico, metal y papel que no se utilizan en los cuarenta y tantos productos que pueden ser reemplazados con un simple “teléfono inteligente”.
Un solo teléfono inteligente ha reemplazado nuestros viejos teléfonos, máquinas contestadoras, libretas de teléfonos, cámaras fotográficas, cámaras de video, grabadoras, radios, despertadores, calculadoras, diccionarios, rotafolios, calendarios, mapas, linternas, máquinas de fax, brújulas, y más.
Significa un montón de materiales que no son utilizados.
Usted se está desmaterializando, como todos en el planeta. Los avances tecnológicos nos permiten hacer más con menos, y “la revolución digital, reemplazando átomos con bits, está desmaterializando el mundo frente a nuestros ojos”. El mundo está siendo desmaterializado también por tecnologías que posibilitan compartir cosas que habitualmente se mantienen inutilizadas la mayor parte del tiempo.
Piense en automóviles compartidos, habitaciones sin utilizar, herramientas eléctricas, etc., que Uber, Airbnb y otros están facilitando. Lo que me parece más instructivo es que esta reducción en nuestro uso de materiales no fue forzada. No requirió coacción gubernamental. Reducimos nuestro uso de materiales espontáneamente mediante las decisiones libres de nuestras compras. Hay algo sublime en cómo el progreso tecnológico y los mercados libres separan nuestro florecimiento personal del mundo material.
No nos estamos convirtiendo en ascetas tipo Mahatma Gandhi, pero ciertamente nos estamos desmaterializando. Y eso beneficia al planeta. ¡Tele-transpórtame, Scotty! Share the post "¿Se está usted desmaterializando?"
Ni estoy tratando de averiguar si se está desmaterializando para ser tele-transportado a la nave Starship Enterprise después de ordenar “Tele-transpórtame Scotty”.
En economía desmaterialización se refiere a la reducción de materiales requeridos para las funciones económicas. También significa utilizar menos material para obtener el mismo nivel de funcionalidad de un producto. Brevemente, desmaterialización es hacer más con menos. Entonces, esencialmente pregunto si está utilizando menos materiales en su vida. Yo nunca pensé en esto hasta que leí sobre el tema al neurólogo Steven Pinker.
A continuación, tomo prestado de su presentación. El Club de Roma (irónicamente, ahora basado en Suiza) se compone de distinguidos políticos, científicos, líderes de negocios y funcionarios de gobiernos y organizaciones internacionales de alrededor del mundo.
Se describe a sí mismo como “organización de individuos que comparten preocupaciones comunes sobre el futuro de la humanidad y luchan por hacer una diferencia”.
Su misión es “promover la comprensión de los retos globales que enfrenta la humanidad y proponer soluciones mediante difusión y apoyo de análisis científicos”. En 1972 el Club de Roma publicó un influyente informe titulado “Los Límites del Crecimiento”.
Utilizando sofisticadas simulaciones computarizadas el informe predijo un continuo incremento de la demanda de materiales mientras las economías y la población crecerían exponencialmente. Dado un suministro finito de recursos materiales, la simulación del informe extrapolaba que la creciente demanda de recursos conduciría eventualmente a un abrupto colapso económico mundial.
El informe Los Límites del Crecimiento vendió más de 30 millones de copias en 30 idiomas. Se convirtió en el libro sobre medio ambiente más vendido en la historia. Y estaba totalmente equivocado. Estudios actuales del uso de materiales y crecimiento económico muestran que las economías están creciendo utilizando muchos menos materiales físicos. ¿Cómo es posible? Aquí es donde el Dr Pinker nos simplifica la compleja ciencia con ejemplos que podemos relacionar.
Mi antigua colección musical (y sospecho que igualmente para algunos de los lectores) requería muchos pies cúbicos de vinilo para mis discos de larga duración. Con el tiempo, el uso de materiales se redujo a solamente pulgadas cúbicas para discos compactos. Y ahora mi colección musical en MP3 no requiere materiales. El papel y tinta utilizados para imprimir los periódicos diarios, y el combustible utilizado para distribuirlos, ha sido reemplazado por mi casi inmaterial iPad.
Los sistemas de teléfonos móviles no requieren mucho en términos de postes telefónicos y cables. Mis extensos archivos y carpetas ya no existen. Mis archivos inmateriales ahora se almacenan en “la nube” (cualquier cosa que eso sea). La tienda de productos de oficina debe estar extrañando mis frecuentes compras de resmas de papel.
Y, como Pnker nos recuerda, “pensemos solamente todo el plástico, metal y papel que no se utilizan en los cuarenta y tantos productos que pueden ser reemplazados con un simple “teléfono inteligente”.
Un solo teléfono inteligente ha reemplazado nuestros viejos teléfonos, máquinas contestadoras, libretas de teléfonos, cámaras fotográficas, cámaras de video, grabadoras, radios, despertadores, calculadoras, diccionarios, rotafolios, calendarios, mapas, linternas, máquinas de fax, brújulas, y más.
Significa un montón de materiales que no son utilizados.
Usted se está desmaterializando, como todos en el planeta. Los avances tecnológicos nos permiten hacer más con menos, y “la revolución digital, reemplazando átomos con bits, está desmaterializando el mundo frente a nuestros ojos”. El mundo está siendo desmaterializado también por tecnologías que posibilitan compartir cosas que habitualmente se mantienen inutilizadas la mayor parte del tiempo.
Piense en automóviles compartidos, habitaciones sin utilizar, herramientas eléctricas, etc., que Uber, Airbnb y otros están facilitando. Lo que me parece más instructivo es que esta reducción en nuestro uso de materiales no fue forzada. No requirió coacción gubernamental. Reducimos nuestro uso de materiales espontáneamente mediante las decisiones libres de nuestras compras. Hay algo sublime en cómo el progreso tecnológico y los mercados libres separan nuestro florecimiento personal del mundo material.
No nos estamos convirtiendo en ascetas tipo Mahatma Gandhi, pero ciertamente nos estamos desmaterializando. Y eso beneficia al planeta. ¡Tele-transpórtame, Scotty! Share the post "¿Se está usted desmaterializando?"
Comentarios:
razonvsinstinto
23 July 2018 at 4:29 pm
23 July 2018 at 4:29 pm
Pensar que los mercados libres solucionarán los problemas que ellos mismos crearon me parece que peca de una audacia poco aconsejable.
El mercado libre (el capitalismo o economía de mercado en realidad) a traído enormes progresos a la humanidad, fundamentalmente en salud, calidad de vida y esperanza de vida, pero también nos deja, nada más y nada menos, un planeta en riesgo según afirman la mayoría de los ecologistas. Apostar por el mercado como solución que evite la destrucción del planeta es como apostar en una carrera contra el tiempo a ver quién llega primero: la tecnología no contaminante o el punto de “no retorno”.
A juzgar por lo visto los últimos 30 años en que se discute esta problemática, donde el uso del petróleo sigue siendo el principal energético y el más destructivo, el panorama parece poco alentador.
La verdad es que el sistema económico (“los mercados libres”), que nos provee nuestros bienes y servicios no es producto de la voluntad de la razón humana, sino de la voluntad de nuestros instintos tan primitivos como los de un chimpancé.
Es satisfacer la pulsión que se expresa a través de la ambición o codicia la que finalmente lleva a la aparición de los que conocemos como emprendedores y con ellos los empresarios para finalmente obtener el andamiaje de la producción de bienes y servicios que a través de “la mano invisible” llega al consumidor, demanda mediante.
Sistema económico que quien ose ir en su contra tiene el fracaso garantizado ((increíblemente, los venezolanos recién ahora se están enterando de la existencia de esta ley de la naturaleza).
Por suerte, los países más avanzados han demostrado que se puede vivir con economía de mercado pero sometida a un estricto control y reglaje (los países nórdicos como paradigmas). Son ellos justamente los que nos pueden guiar sobre las decisiones a tomar que puedan controlar los efectos negativos de “los mercados libres” a los que se refiere el autor de la nota sin dejar que siga siendo ellos, los mercados, los que nos continúen proveyendo los medios de subsistencia.
Esta es la única “apuesta” más o menos segura y la más “razonable” dentro del primitivismo en que aún nos encontramos (aunque cueste aceptarlo).
Es simplemente buscar dónde, cuándo y cuánto de "razón" es posible imponer a un sistema conducido por pulsiones que nos es imposible evitar. Desconocer estos conceptos a la hora de programar políticas anti contaminación es condenarse al fracaso de antemano.
Sugiero ver la entrada “Razón vs Instinto, la última batalla”
El mercado libre (el capitalismo o economía de mercado en realidad) a traído enormes progresos a la humanidad, fundamentalmente en salud, calidad de vida y esperanza de vida, pero también nos deja, nada más y nada menos, un planeta en riesgo según afirman la mayoría de los ecologistas. Apostar por el mercado como solución que evite la destrucción del planeta es como apostar en una carrera contra el tiempo a ver quién llega primero: la tecnología no contaminante o el punto de “no retorno”.
A juzgar por lo visto los últimos 30 años en que se discute esta problemática, donde el uso del petróleo sigue siendo el principal energético y el más destructivo, el panorama parece poco alentador.
La verdad es que el sistema económico (“los mercados libres”), que nos provee nuestros bienes y servicios no es producto de la voluntad de la razón humana, sino de la voluntad de nuestros instintos tan primitivos como los de un chimpancé.
Es satisfacer la pulsión que se expresa a través de la ambición o codicia la que finalmente lleva a la aparición de los que conocemos como emprendedores y con ellos los empresarios para finalmente obtener el andamiaje de la producción de bienes y servicios que a través de “la mano invisible” llega al consumidor, demanda mediante.
Sistema económico que quien ose ir en su contra tiene el fracaso garantizado ((increíblemente, los venezolanos recién ahora se están enterando de la existencia de esta ley de la naturaleza).
Por suerte, los países más avanzados han demostrado que se puede vivir con economía de mercado pero sometida a un estricto control y reglaje (los países nórdicos como paradigmas). Son ellos justamente los que nos pueden guiar sobre las decisiones a tomar que puedan controlar los efectos negativos de “los mercados libres” a los que se refiere el autor de la nota sin dejar que siga siendo ellos, los mercados, los que nos continúen proveyendo los medios de subsistencia.
Esta es la única “apuesta” más o menos segura y la más “razonable” dentro del primitivismo en que aún nos encontramos (aunque cueste aceptarlo).
Es simplemente buscar dónde, cuándo y cuánto de "razón" es posible imponer a un sistema conducido por pulsiones que nos es imposible evitar. Desconocer estos conceptos a la hora de programar políticas anti contaminación es condenarse al fracaso de antemano.
Sugiero ver la entrada “Razón vs Instinto, la última batalla”
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