China y democracia en Latinoamérica

En la entrada "La Nueva Guerra Fría. Desarrollo vs Subdesarrollo......" Hago un repaso de la historia del progreso de la humanidad y destaco el hecho de que no se vive en democracia porque se quiere, sino porque se puede.
Los más aptos son aquellos que tienen democracias consolidadas sin riesgos de retrocesos dadas la mínimas contradicciones que se observan en sus sistemas y organización política. (básicamente, cuanto más sano el sistema político y mayor capacidad tiene la sociedad para vivir en democracia, menos contradicciones existen, entendiendo como contradicción el resultado opuesto al buscado y prometido por la política, como el aumento de la desigualdad cuando se utilizan políticas de distribución de la riqueza por nombrar una contradicción típica de nuestros habituales sistemas políticos-económicos utilizados en Latinoamérica).
En un plano intermedio se encuentran las democracias de Latinoamérica, de la India o Turquía en las que las contradicciones conducen a menudo a consecuencias incompatibles con un futuro democrático sustentable y próspero. Siendo la consecuencia más importante la destrucción de instituciones o valores  democráticos como la independencia del poder judicial o el control de los medios de comunicación entre otras intervenciones sobre instituciones claves para una democracia sana (las intervenciones y destrucción de instituciones se producen justamente porque las contradicciones empujan a controlar variables para ocultar lo inevitable, el fracaso; como la intervención de la institución de estadísticas y censos en Argentina -INDEC- por un tal Moreno durante el gobierno de los Kirchner buscando esconder la inflación, para dar un ejemplo típico).
Finalmente, están las sociedades incapaces de convivir en democracia. El caos es inevitable por la enorme conflictividad a los que se ven expuestos como en los países de Oriente Medio. La primavera árabe nos mostró en toda su extensión esta condición en estos pueblos. Por más que quieran vivir en democracia, no son aptos para ello, al menos hasta hoy.
Pero vayamos a Latinoamérica. Tenemos democracia ¿Por méritos propios y por tanto porque somos capaces de vivir en democracia o por imposiciones del azar y la actividad de poderes externos y superiores a los nuestros?
¿Somos realmente capaces de vivir en democracia sin la intervención recurrente de organismos internacionales o sin las presiones políticas provenientes de las corporaciones multinacionales, entre otros factores externos?
¿Somos capaces de crear nuestras propias políticas compatibles con la prosperidad y en democracia sin importar lo que puedan interpretar, imponer o querer factores de poder externos?
Veamos.
Si hay algo que ha demostrado la historia de Latinoamérica, y de lo que no tengo dudas, es que nuestras economías solamente adquieren dinamismo y sustentabilidad si hay inversión extranjera directa. Sin ellas el caos económico y el atraso es inevitable.
Además, es necesario entender algo claramente, la importancia de la inversión extranjera no pasa mayormente por el dinero o los capitales, o como quieran llamarlos, que traen. Definitivamente no es eso lo importante.
Lo que realmente importa de las inversiones extranjeras es la organización que viene con ellas.
Organización de la que carecen recurrentemente los países como los nuestros por lo que siempre, más tarde o temprano necesitamos recurrir a ellos para sobrevivir económicamente. Finalmente, también políticamente. 
Y esto es así porque no vienen si no se dan las condiciones necesarias para que los inversores decidan traer las inversiones.
Los países con incapacidad para organizarse eficientemente dadas sus limitaciones institucionales derivadas de una cultura cívica deficiente para ello, no pueden generar su propia dinámica económica desde sus estrategias, estímulos estatales e inversionistas y capitales locales.
Los únicos que pueden hacerlo son los foráneos. Pero estos exigen condiciones, nos gusten o no.
Cada vez que los países de Latinoamérica desembocan en los clásicos desajustes y caos económicos, deben forzosamente hacer los deberes que se exigen si quieren que traigan el tan deseado, aunque otra veces paradójicamente rechazado, capital extranjero (a través de maniobras diplomáticas del FMI como clásico ejemplo entre otras muchas maneras que las presiones se expresan). 
Obligados, hacen más tarde o temprano los deberes. Y si no lo hacen terminan como Venezuela o como Argentina que ahora desesperadamente busca cumplir las exigencias de los inversores a través del FMI o lo que vemos actualmente en Brasil después de la herencia lulista para evitar un caos económico y social en medio del cual la democracia tendría sin duda alguna los días contados. 
Recuerdo en Argentina el giro hacia políticas pro liberales que llevó a cabo Perón cuando ya no quedaba un gramo del depósito de toneladas de lingotes de oro heredado de los gobiernos conservadores que lo precedieron, lo que trajo como consecuencia la reacción de sus bases socialistas y finalmente el caos, golpe de estado y un período dictatorial como consecuencia.
O el último esfuerzo de Alfonsín para mantenerse en el poder después de experimentar el fracaso de "sus" políticas en una rampante hiperinflación buscando atraer capitales foráneos con privatizaciones dando una señal en ese sentido. Finalmente no tuvo éxito y debió abandonar el poder antes de tiempo.
El que lo sucedió, a través del muy conocido ministro Cavallo, hizo los deberes. Privatizó, ordenó la economía y las instituciones más importantes entre otras exigencias de los capitales foráneos, finalmente ellos volvieron y la democracia y una economía sostenible fue posible mantener.
Ante la vuelta del desorden de siempre por nuestra incapacidad innata para organizarnos por nuestros propios medios, el presidente De La Rúa tuvo que irse por no poder satisfacer las exigencias de los únicos que podían salvar su gobierno. Las exigencias de los que deciden si vienen o no las inversiones extranjeras directas (le encargaron la misión al salvador del desastre anterior pero esta vez fue incapaz de hacer los deberes y por ello tuvo que venir otro a hacerlo, un tal Lenicov).
El caos sobrevino y la democracia sobrevivió de milagro, pero tuvo un costo fenomenal con una devaluación del 400% y un aumento de la pobreza que llegó a superar el 50% de la población. Pero finalmente se cumplieron las exigencias, las clásicas: superávit fiscal, superávit comercial y bajos salarios e impuestos en dólares.
El capital foráneo volvió y recién entonces, como siempre, los capitales locales también se volcaron a la actividad económica devolviendo un dinamismo mínimo necesario.
Si no se hubiera estabilizado el sistema económico, la democracia no hubiera sobrevivido. La única manera era satisfacer las exigencias de los inversores foraneos. Simple y contundente.
Ejemplos como estos se repiten sin pausa en toda Latinoamérica desde hace más de 100 años.
Desde los primeros años de explotación petrolera en México cuando los gobiernos intentaban llevar a cabo sus propios proyectos pero ante el caos institucional y económico producto de sus propias incapacidades, debían más tarde o temprano, recurrir a los de siempre, a los capitales norteamericanos que los saquen del caos y el descontrol. Y como siempre, estos exigían sus condiciones (básicamente orden y racionalidad) y así ellos traían la solución: el dinero. Pero lo importante realmente era que se cumplían las exigencias: racionalidad y orden mínimo institucional. 
De manera que finalmente se puede casi afirmar que nuestra organización económica y política latinoamericana no la decidimos nosotros sino las potencias a través de exigencias económicas y políticas a cumplir que hagan posible trasladar a los países incapaces de auto organizarse social y económicamente los recursos que pueden poner orden y restaurar el crecimiento económico.

Potencias que poseen el generador más moderno y eficaz de armas de dominación existente en la actualidad: organización política capaz de generar corporaciones multinacionales (financieras y no financieras). 
Nuestras democracias no son otra cosa que el resultado de este fenómeno (favorecidas por nuestra posición geográfica más cuestiones idiomáticas y de composición social y étnica resultado de la inmigración proveniente mayoritariamente desde los pueblos actualmente desarrollados). 
Sin el aporte organizativo proveniente de las exigencias de las corporaciones, difícilmente tendríamos economías sustentables, a duras penas pero sustentables al fin, y mucho menos democracia (de hecho, hace pocas décadas atrás, cuando a las corporaciones de occidente no les convenía la democracia por los riesgos del avance del comunismo, simplemente no teníamos democracia) 
La democracia en Latinoamérica es posible finalmente y en gran medida por la dependencia de las inversiones de las corporaciones multinacionales desde sus países de origen sumadas a sus exigencias que ponen "racionalidad y orden económico". 
De la errónea interpretación de éste fenómeno surgen las famosas teorías de la entrega de nuestros países por parte de las élites burguesas locales al imperialismo yanqui o la teoria de las venas abiertas de América Latina entre otras tantas historias cuyos autores no lograron percibir que la dependencia de los capitales foráneos no es otra cosa que la consecuencia de nuestra propia incapacidad para hacer una sociedad organizada dadas nuestras propias deficiencias. 
Por suerte, estas modernas armas de dominación no lo hacen a través de la violencia, la conquista y la coerción como antaño, sino a través de la generación de bienes y servicios. 
¡Exelente! Incluso no se preocupan por tomar medidas coercitivas toda vez que se saben dueños del secreto para la generación de estas armas. Secreto que por más fácil sea descubrir cuál es, no está al alcance de los países que no reúnen las condiciones culturales para alcanzar el estatus de desarrollado. 
El secreto es simple: capacidad de organización eficiente desde su propias estructuras sociales y culturales. Organización eficiente que crea las condiciones ideales para el surgimiento de los emprendedores y con ellos las empresas líderes en investigación y desarrollo (los Android, los facebook, los Google, los Ford solamente pueden surgir desde un ámbito generado por la cultura y el sistema político de los EEUU o de algún otro país desarrollado, sin que sea considerado un caso excepcional).
Sí, tan simple pero extraordinariamente difícil de lograr como eso. 
Por lo tanto, si bien se debe asumir cierto grado de dependencia “pseudo colonial”, el resultado final es provechoso para ambos. Para el dominador y el dominado.
Vale recalcar pseudo colonial por el hecho de que si no haces los deberes, simplemente van a otro lado y te dejan con la terrible sensación de que no sirves ni siquiera para ser colonizado como parece estar pasandonos ahora a los argentinos.
Esto es capitalismo y globalización que tanto defenestran equivocadamente los nacionalistas antiglobalización. No se trata de algo que está bien o mal, sino que es lo que conviene a ambas partes dados los procesos históricos y culturales fuera del control de nuestra voluntad. 
Hasta acá venimos bastante bien: dependencia de las condiciones impuestas por los capitales para tener dinamismo económico y sostenibilidad política, pero dependencia que finalmente se traduce en actividad económica con su producción de bienes y servicios consecuentes. Y fundamentalmente, condiciones asociadas a las exigencias de países desarrollados y sobre todo democráticos como lo son los poseedores del 95% de los capitales que circulan por el mundo.
Sin embargo ¡Cuidado!
Esto era así hasta hace poco tiempo. 
Hoy en esta historia apareció un actor inesperado que puede cambiar radicalmente este Status Quo. 
Apareció China. 
Apareció un Estado capaz de generar armas de dominación (corporaciones multinacionales) desde una fórmula diferente. 
Ya no desde una organización social eficiente basada en la democracia y sus instituciones respaldadas por una cultura cívica deseada por todos los que habitamos este planeta. 
No. 
Lo hace desde una dictadura feroz que a pesar de conducir una sociedad que padece una enorme incapacidad para organizarse con eficiencia y por ello lejos de emprender una experiencia democrática, como se debería aspirar, encontraron la fórmula para que a pesar de esa enorme debilidad, crear sus propias multinacionales, sus "propias armas" y en busca de conquistas. ¿La fórmula? 
Sencilla, descubrieron a Zaratustra (aunque no lo perciban).
Descubrieron que la codicia como resultado de un instinto que busca destacar nuestro ego, a menudo mediante exposición de riquezas, es un extraordinario estimulador de la actividad económica y que es necesario contener la reacción de este instinto en quienes se ven incapaces de competir con los afortunados. Reacción que demasiado a menudo lleva al poder a supuestos adalides de la justicia social que finalmente resultan destructores seriales del proceso virtuoso de generación de riquezas por las condiciones culturales locales que hacen inviables esas políticas (nuestros conocidos populismos latinoamericanos como ejemplo paradigmático)

Resultado: coerción brutal para mantener controlada a la sociedad e incentivar a los poseedores de capitales y emprendedores con ganancias fabulosas aprovechando una tremenda reserva de mano de obra dispuesta a trabajar las horas que sean por el salario que sea. Control brutal necesario toda vez que el sistema lleva implícito contradicciones incompatibles con un orden social democrático como la aceptación de desigualdades sociales abrumadoras y explotación del pueblo por parte de su clase burguesa y más dramático aún, de la clase burguesa foránea mientras se dicen que gobiernan en nombre del comunismo. 
Desigualdades y contradicciones  que ningún sistema democrático avanzado toleraria jamás. 
Incluye la fórmula la apropiación de enormes desarrollos devenidos de costosisimos procesos de investigación y desarrollo desde los países desarrollados mediante la “carnada” que atrae como un imán a la codicia: ganancias fabulosas. 
Esta es una Fórmula que ningún país que se digne tener la voluntad de progresar debe tolerar. 
Ahora tenemos dos aportantes de capitales foráneos que pueden dar dinamismo a nuestras economías, los occidentales desarrollados y los chinos.
Pero ¿Cuál es el problema que vengan las inversiones desde los países desarrollados o desde China? 
La crucial importancia está en que los chinos no necesitan ni exigen las condiciones que provienen desde los países democráticos para invertir y “dominar” (seguridad jurídica, libertad de movimientos de capitales, orden institucional más o menos eficiente, sustentabilidad de las políticas económicas más menos previsibles, etc). 
A los chinos les interesa lo mismo que en su país de origen: la coerción que de mínimas garantias, no demasiadas dado que las pérdidas de dinero no entran en sus listas de problemas. Rigen otras prioridades que no son económicas, sino políticas y esto es un lujo que difícilmente los capitales de origen desarrollado pueden darse -ver los capítulos 2 y 3 de "La Nueva Guerra Fría. Desarrollo vs Subdesarrollo. Occidente vs Oriente. Posmodernidad vs Medievo"- 
Y en Latinoamérica, como en África o el resto de Asia, las condiciones culturales con sus deficiencias, hacen un ambiente óptimo para encontrar a los codiciosos locales de turno dispuestos a destruir un país entero con tal de obtener lo que sus instintos a través de la codicia desean, no importan las consecuencias de ello. Esto es, aceptar el control del régimen chino sobre sus economías a cambio de beneficios personales (algo muy similar a lo que ocurre hoy con Venezuela bajo el control de Cuba que aporta lo que los venezolanos no tienen, sistema de control y organización, pero con la diferencia que el sistema chino funciona mientras el cubano ya sabemos que no irá a ningún lado) 
Este combo sumado a una cultura incapaz de preocuparse por su destino como comunidad, difícilmente reaccione antes de “tenerla bien adentro” (parafraseando a Maradona). Justamente lo que les pasó a los venezolanos con la intervención de Cuba en la estrategia de control de las masas. 
Cuando nos percatemos que estamos dominados por una banda de delincuentes antidemocráticos apoyados desde un poder enorme proveniente de China, sin dudas será tarde. Demasiado tarde. 
A lo que hay que agregar que si hay algo que está en las antípodas de lo que interesa al régimen chino es la democracia. 
El régimen chino no solamente detesta la democracia, sino que significa su principal enemigo para sus objetivos: perpetuarse en el poder no importa como. 
De manera que será mucho más fácil y estimulante para las élites políticas locales ceder a las exigencias chinas para obtener los capitales necesarios para su supervivencia política que a las exigencias de los países desarrollados.
China ofrece capitales que pueden sustentar las economías a cambio de regímenes coercitivos ya que su sistema se basa en ello y de paso satisfacer a los codiciosos políticos latinoamericanos que una y otra vez nos muestran como se desesperan por mantenerse en el poder indefinidamente (Chávez, Lula, Kirchner, Evo, Correa y esto solamente mencionando ejemplos actuales).
¿Se entiende?


Es por esto que significa un error garrafal de Trump descuidar su patio trasero y a sus únicos aliados posibles, me refiero obviamente a los países desarrollados de Europa. 
Tan grave como el hecho de que en 30 años China creciendo al 8-10% y ellos al 2% partiendo hoy en igual capacidad y poder económico, podrá ser una fuerza con muchas más armas de dominación que EEUU. 
Por suerte, no todo es color de rosas para el régimen del “partido comunista” chino. Tienen enormes dificultades para sortear. Muchas más que las de los países desarrollados, pero sorteables al fin. 
Pero si los sortean, no existen dudas que Latinoamérica será un "blanco" extraordinariamente fácil para los planes expansionistas chinos (si bien la historia de China en particular nunca mostró intenciones de salir de lo que ellos ven como el centro del universo, limitado a lo que hoy conocemos de China, el resto de la historia indica que si alguna vez tienen una mínima oportunidad de expandirse, lo intentarán). 
Incluso, el sistema chino más tarde o temprano pondrá bajo enormes presiones a las democracias desarrolladas por la competencia en competitividad desde salarios bajos. 
¡¡Cuidado!! 
“La Nueva Guerra Fría. Desarrollo vs Subdesarrollo. Occidente vs Oriente. Posmodernidad vs Medievo” 

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