¿Proteccionismo y dirigismo o libre comercio?

“El comercio libre es, pues, una condición importante para lograr el éxito, pero es apenas un elemento fundamental de la ecuación económica, pero por sí sólo no realiza milagros.”


Analicemos esta frase rescatada de un reconocido intelectual.

El libre comercio genera crecimiento económico, no hay ninguna duda.
Sin embargo, si se lleva el análisis a los países de manera individual para evaluar cuánto de importante es el libre comercio para su desarrollo, se descubre que hay un requisito previo a conseguir infinitamente más importante. Que implica incluso muchas veces la necesidad de limitar el libre comercio, al menos durante el tiempo necesario para el despegue y desarrollo económico. 

Eso infinitamente más importante se llama organización política con la eficiencia necesaria para programar políticas de desarrollo industrial y lograr el éxito esperable que permitan después entrar en el mercado libre con capacidad de competir.
Organización política que puede hacer viable un proyecto de desarrollo con mucha o poca apertura económica (en el último caso solamente durante el tiempo necesario y no más para evitar el anquilosamiento en caso de persistir en el tiempo los proteccionismos o subsidios económicos).
De hecho, muchos de los países líderes actuales han pasado por un proceso inicial de protección económica y dirigismo estatal para alcanzar competitividad y solamente después de logrado el objetivo, abrirse al mundo.
Pero es de vital importancia recordar que estos planes o planificaciones de desarrollo recostados en un inicial proteccionismo y dirigismo estatal no están limitados a los países exitosos y líderes globales de la actualidad; en realidad han sido practicado por todos los países del planeta habidos y por haber. La enorme mayoría de ellos fracasados y aún pobres porque no contaron o no cuentan con este fundacional requisito para su éxito: organización política adecuada. Prácticamente no existe país alguno que no esté o haya estado enfrascado en programas de desarrollo nacional industrial dirigido por el Estado. Los fracasos se reiteran unos tras otros y la pobreza persiste o empeora con cada fracaso. Argentina y su Peronismo con sus planes de desarrollo son un perfecto ejemplo de ello (de aquí mi insistencia en la importancia de la Cultura cívica y política, crucial para lograr este objetivo madre sin el cual siempre terminan en los desastres a los que nos tienen acostumbrado).
Sin embargo, en los pocos que logran el requisito previo fundamental, organización política acorde a los objetivos, el resultado es uno diametralmente opuesto: El tan anhelado por todos Desarrollo.
Japón con su Toyo fabricante de máquinas de coser, subsidiado y protegido por el gobierno hasta convertirse en el Toyota actual como punta de lanza de su programa político de desarrollo industrial. Corea del sur protegiendo a sus famosos chaebols protagonistas hasta hoy del ascenso impresionante de ese país a través de un claro programa político de desarrollo industrial. Los mismisimos EEUU que pusieron aranceles a los productos ingleses una vez independizado y que generó las quejas de los Estados del Sur que tenían que soportar calzados y vestimentas locales de peor calidad que las de la metrópolis. Liberando su economía una vez competitivos y conquistando el mundo entero después (Hamilton era el ideologo de esas políticas proteccionistas con Washington de presidente mientras los algodoneros del Sur, librecambistas, pretendían comprar productos que creían merecer por su esfuerzo exportador y que fue una de las causas de las graves desavenencias Sur-Norte). China actualmente es el ejemplo más evidente de conducción desde un Estado que logró una organización lo suficientemente óptima como para conducir el desarrollo recurriendo a cuántas maniobras se conocen para protegerse del libre mercado y liberando, cuando se hacen fuerte, los sectores que más les conviene (aunque sus pies de barro son indicios de que su organización no es tan óptima como parece y que además aún tiene un PBI per cápita comparable al de República Dominicana por lo que aún le resta un largo camino para considerarse exitosa). La grandeza de Inglaterra no se basó precisamente en el libre comercio en sus inicios (mencionar mercantilismo es sinónimo de Inglaterra) y que además comenzó su industrialización cerrando la venta de su materia prima a los países avanzados en esa época, me refiero a los Países Bajos monopólicos hasta entonces de la industria de tejidos basados en la lana inglesa que ellos no poseían y empezó entonces la famosísima y exitosisima industria textil inglesa. El surgimiento de Alemania a través de su famoso Zollverein que no es otra cosa que el resultado del libre comercio entre los ducados alemanes con sede central en Prusia (que terminó en la Alemania actual) pero con un proteccionismo hacia afuera más que importante.
Pero así como estos países no lograron el despegue económico mediante políticas de libre comercio, hay otros tantos países que sí se desarrollaron con libertad económica desde sus inicios como Irlanda en Democracia o Chile con una Dictadura inicial continuado por la Democracia o Singapur donde la Dictadura fue la protagonista principal.
Es decir, el objetivo central para el progreso de los países, antes que la libertad económica, se llama organización política adecuada a las necesidades de cualquier proyecto de desarrollo sea. Con más o menos apertura y libertad económica e incluso, con más o menos Democracia.
Y siempre, siempre, teniendo como meta central en el terreno económico, desarrollarse para competir en el mundo en las áreas estratégicas seleccionadas (generalmente en las que presuponen con ventajas naturales comparativas). Siempre debe estar presente el mismo objetivo central, desarrollarse para competir en el mercado internacional. Y una vez en posición dominante, bregar a diestra y siniestra por todo el planeta por la libertad de comercio. De Manual.
Finalmente, vale remarcar que recurrir a la libertad económica sin restricciones, hace mucho más fácil el desarrollo económico. Siempre. 

El problema está en la enorme dificultad que implica el objetivo de desarrollo a través del libre comercio para encontrar los acuerdos políticos internos necesarios que sean compatibles con una organización política óptima. Lamentablemente, el poder social, el pueblo, demasiado a menudo reniega del liberalismo económico haciendo imposible los acuerdos políticos acordes a la organización social y política necesaria para proyectos como éstos. Y sin apoyo popular, la desconfianza de los inversores hace inviable cualquier proyecto por más libre sea la economía. No hay país subdesarrollado que no haya experimentado este drama. Acusar de neoliberal al poder de turno que busca este camino es el argumento preferido de los políticos recostados en el pueblo que reniega del libre mercado para desestabilizar la organización política necesaria para que el éxito sea posible.
Más a menudo sucede lo opuesto, el poder social pretende políticas nacionalistas y desarrollistas con equidad social y encuentra siempre a los dirigentes políticos dispuestos a "darles el gusto", pero sin percatarse que sus culturas políticas son incapaces de estructurar una organización a la altura de los planes propuestos. Siempre terminan en ineficiencias destructivas.

Sin la cultura cívica y política adecuada para estos planes que tan buenos resultados les ha dado a muchos de los países líderes, es muy difícil contar con los políticos probos, honestos y dispuestos a ceder ventajas políticas detrás de un objetivo colectivo. Los gremios deben ser conducidos por dirigentes honestos y dispuestos a conducir a sus afiliados para que sean factibles los planes trazados. Los afiliados deben estar alertas de las condiciones y conductas de sus dirigentes y cambiarlos toda vez que se observan las  "desviaciones" tan conocidas por todos. El poder social, el pueblo, debe como mínimo aceptar mayoritariamente las bases ideológicas del plan e incluirse en el proyecto apoyando a los líderes que encarnan ese proceso y fundamentalmente, cumplir la tarea que se les tiene asignada (lo más importante de todo por lejos), simplemente cumplir con las normativas, reglas y leyes establecidas y necesarias para dar fortaleza a las instituciones que son siempre las bases fundantes de cualquier proceso de desarrollo (la confiabilidad, fundamento clave del capitalismo, depende de ello). El sector empresario es el que justamente debe estar convencido de que esa confiabilidad es real. Caso opuesto solamente utilizan los planes para enriquecerse a costa del sacrificio de todos absorbiendo los subsidios y aprovechando el proteccionismo que se les ofrece a cambio de conseguir la fortaleza y competitividad esperada para salir a enfrentar el mundo que les depara alejándose de cualquier idea se tenga de desarrollo industrial . En Democracia, los cambios de poder no deben alterar en núcleo del programa, solamente deben limitarse a darles su impronta pero manteniendo las bases de la planificación establecida. El Poder Social es clave para que los políticos respeten esta premisa.

En definitiva, con más o menos Democracia, con más o menos libertad económica, con más o menos ideología de izquierda (siempre que no se acerque demasiado al ideario comunista porque tocado ese límite no hay organización política capaz de sortear los obstáculos que nos opondrá nuestra naturaleza humana -ver "El comunismo y su enemigo imbatible"-) el desarrollo económico solamente es posible si se obtiene un nivel de organización política suficiente para cumplir las metas propuestas.

Y en los casos que lo pretendan alcanzar mediante Dictaduras, por suerte, existe una tendencia universal hacia la Democracia por lo que una vez conseguido la meta del desarrollo económico, el próximo paso, presionado por el Poder Social, será seguramente conseguir el Desarrollo Humano. Y Desarrollo Humano no es posible sin Democracia.

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