Ante las puertas de una nueva Edad Media


Desde hace mucho antes de iniciar este blog sostengo que las armas de dominación y conquista hace largo rato dejaron de ser aquellas diseñadas para aniquilar la vida de los oponentes (fundamentalmente desde que la destrucción mutua asegurada es una realidad inevitable) y fueron reemplazadas por otras enormemente más eficientes "armas" para influir en el otro (es decir, de ser capaces de decidir lo que el otro, el dominado, debe hacer).
Me refiero a las corporaciones multinacionales cuyo poder de fuego se basa en su capacidad de decidir el destino de los capitales que dan dinamismo a las economías de los países.
Capacidad adquirida a través del ambicioso y egoísta emprendedor que surge en el ámbito social donde las condiciones son las más apropiadas para la aparición espontánea de ellos. El ámbito ideal donde antes surgían los Henry Fords y hoy surgen los Bill Gates.
El ámbito de la confianza en el futuro, de las posibilidades de prosperar si así uno lo desea sin que se interpongan intereses destructivos de por medio, enlazados en una estructura legal e institucional óptima para la generación de emprendedores con confianza en la permanencia en el tiempo de las reglas de juego garantizado por las leyes, las instituciones y fundamentalmente, reitero fundamentalmente, por una sociedad lo suficientemente madura como para comprender que en su responsabilidad recae la protección de esos logros y les va su futuro próspero o decadente en ello constatandolo en la prudente, elaborada y adecuada elección de sus gobernantes.
Las colonias antiguas controladas por la fuerza militar se dejaron de lado cuando descubrieron que tenían otro armamento mucho más eficiente y mil veces menos dañino que éste para influir y dominar: el poder del saber, el poder de la capacidad de organizarse para generar el ámbito ideal para la generación de emprendedores, innovadores, creadores y con ellos dinámica extraordinaria de crecimiento económico. 
Y que aquellos con incapacidad de generar ese ámbito de organización social, no pueden competir y por tanto se quedan, quieran o no, a merced de la decisión del que tiene el conocimiento y el capital para desarrollar dicha virtud, dicha creatividad e incluso, destrucción creativa.
El resultado inevitable, en cuanto país incapaz de generar ese ámbito social óptimo para la generación de emprendedores e innovadores, es la desesperada necesidad de recurrir a estas corporaciones pediendo ayuda y así lleguen como mecenas y no como conquistadores, trayendo capital, conocimiento y fundamentalmente, lo que crea, genera y produce: organización económica para obtener dinámica económica y con ello, estabilidad política imprescindible para la supervivencia del Estado. Los latinoamericanos no nos cansamos de demostrarlo cediendo a los "consejos" del FMI o a través de cuanta otra institución existe que "sugiere" lo que debemos hacer para que lleguen los salvadores capitales foráneos que nos saquen de una crisis tras otra producto del caprichoso anhelo de independencia económica y política de nuestros pseudo estadistas ignorantes de que para ello, primero se debe contar con el principal componente de ese preciado destino: con el Capital Social suficiente que no tenemos y que el día que lo tengamos no surgirá la independencia por la voluntad de algún estadista iluminado, sino por generación espontánea desde el alma de la Nación, desde el pueblo mismo.
Mientras Occidente y sus aliados de Oriente como Japón, Australia y Corea tuvieron el monopolio de la generación de poder (Democracia real y Capital Social), las cartas estaban echadas. El dominio sobre aquellos sin capacidad de generación de "armas" estaban condenados a padecer su subrepticio pero real control y dominio.
Sin embargo, apareció un contrincante con un nuevo mecanismo de generación de "armas de dominación y conquista" (después del intento fallido a través del sistema comunista) y que hasta ahora parece en condiciones de competir "cara a cara". "Cuerpo a cuerpo".
Me refiero obviamente al sistema Chino.
Sistema que reemplaza el sistema democrático basado en su capacidad de organización en libertad que genera el ámbito ideal para la aparición sin pausa de emprendedores, creadores e inventores que desembocan en los Google, los facebook, los Android o los Apple, que hoy conocemos, por otro que reemplaza ese ámbito de libertad por el de la coerción y conducción de los hechos desde un régimen liderado por un partido político llamado comunista. Suplantando la espontánea aparición de ambiciosos emprendedores por otra conducida y voluntarista generación de ellos mediante un fortísimo incentivo a individuos seleccionados desde el poder. A quienes se satisface cuanta codicia muestren con tal de que pongan todo el esfuerzo que de ellos se espera para la consecución de las metas (basados en el descubrimiento de nuestra naturaleza humana después de ignorarla durante décadas y que costó desconocerla dejar atrás las masacres que todos sabemos).
Cómo es de esperar, la eficiencia de este método lejos está de aquella donde surgen por la espontánea interrelación de ambiciones, capacidades, inteligencias y voluntades en un mundo libre que mejor escoge al adecuado para esa tarea. 
Suplen esa debilidad asignando recursos de otras áreas económicas no estratégicas para compensar deficiencias, sumado al desleal robo de conocimiento denunciado y de aquí el origen de la columna y el post.
Los Apple (Huawei) y los  facebook  (Alí Baba) de China son el resultado justamente de este sistema y que no deja de sorprender por su eficiencia (más aún si se tiene en cuenta el corto tiempo en conseguirlo).
Veamos ahora la columna y mi comentario a continuación. 




EE.UU. y China hay mucho más que una guerra comercial
Marcelo Elizondo

Una dura pelea por la prevalencia en la propiedad intelectual -clave del poder económico- es el principal ingrediente de la tensión que enfrenta a los dos colosos
 LA NACION - Crédito: Alfredo Sabat

20 de mayo de 2019  
La denominada guerra comercial entre Estados Unidos China tiene una parte visible y otra profunda. La primera es la discusión por el déficit comercial de los Estados Unidos en el comercio de bienes con China. La segunda, un pesado nuevo enfrentamiento de fondo: político y estratégico.
En lo primero, los números son contundentes. En 2018, Estados Unidos exportó a China bienes por 120.000 millones de dólares, pero importó desde China por 539.000 millones de dólares. El tremendo déficit (récord) bilateral es una amenaza para los equilibrios externos de Estados Unidos, especialmente si se considera que son las dos mayores potencias mundiales las que interactúan (y que también lo hacen en otros flancos, como el financiero, dado que China es el mayor tenedor de bonos del Tesoro de los Estados Unidos; por 1,10 billones de dólares). Estados Unidos acusa a China de utilizar instrumentos de competencia desleal para lograr esa prevalencia comercial y le exige ajustes.
Pero el análisis sobre esta arista solo aborda la parte superficial de la discusión. La economía mundial tiene hoy como principal motor el saber más que el hacer, el conocimiento productivo más que la fabricación manufacturada. El tráfico de datos es el principal intercambio transfronterizo (creció 45 veces en diez años), que supera en valor económico cualquier intercambio de bienes físicos. Jonathan Haskel llama a esto "capitalismo sin capital". Las cadenas internacionales de valor (formadas por empresas que actúan con una lógica estratégica que traspasa fronteras) ya no ponen su principal motor en el intercambio en fases de bienes físicos, sino en el know how. Patentes, información, datos, ingeniería, invenciones son el alma del capitalismo del siglo XXI. Así, de todo el valor añadido en el mundo en cada año reciente, el surgido del capital intangible más que duplica al surgido del capital tangible, y las principales empresas del planeta ofrecen prestaciones más que productos.
Pues ocurre que una brava pelea por la prevalencia en la propiedad intelectual aparece como el principal componente de la tensión actual entre los dos colosos mundiales. Por un lado, Estados Unidos, que es superado en exportaciones de bienes en el mundo por China (2,4 billones, los asiáticos, contra 1,6 billones, los americanos), supera ampliamente a China en la exportación de servicios (800.000 millones, los americanos, contra 160.000, los asiáticos).
Pero, además de eso, la proliferación de inversiones de empresas de diversos orígenes en el extranjero ocurrida en los últimos años genera hoy el flujo de conocimiento (data) económico entre firmas más intenso que jamás se haya visto en el mundo (el flujo de inversión extranjera directa está ahora estable y lo que crece es el flujo de conocimiento económico entre empresas internacionales).
Por eso, las fuerzas que pretenden mantener el statu quos superadas por la realidad y la cuarta revolución industrial está generando un proceso que, a la vez que es global, es revulsivo: lo nuevo supera a lo viejo dramáticamente (de las 500 principales empresas de Fortune 500 en 1958, hoy solo quedan 60) y el postulado marxista de la concentración constante es imposible porque nadie permanece suficiente tiempo liderando mercados.
Es en este marco que Estados Unidos es el principal generador de inversión extranjera en el mundo: el stock de inversión externa en el planeta por parte de empresas estadounidenses llega a 6,4 billones de dólares, mientras que el de empresas de origen chino asciende a 1,9 billones (el total de inversión de origen externo -de todos los orígenes- en el globo supera por poco los 30 billones de dólares). Así, de las 100 mayores empresas mundiales en 2018 -por su capitalización-, 56 son estadounidenses (cifra que representa cuatro veces el número de empresas chinas en ese ranking).
Pues últimamente Estados Unidos acusa a China de mantener en vigencia un régimen legal que obliga a las empresas norteamericanas a compartir -cuando invierten en China- conocimiento estratégico (propiedad intelectual) con empresas locales (que directa o indirectamente están ligadas al sistema de poder político chino), lo que implica un golpe al principal componente del capitalismo: el conocimiento. Es en este terreno donde se estancaron las negociaciones entre ambos, recientemente.
La prevalencia mundial ya no se dirime en campos de batalla militar, sino en sistemas de información con valor económico, y las empresas han pasado a ser agentes estratégicos en este terreno. Por ende, estamos ante dos discusiones: los intereses (quién prevalece en la gestación y administración de capital intelectual) y los valores (sobre la base de qué sistema de normas y respeto por el conocimiento aplicado se organizan los países). En ambos planos, los dos están en disputa. Y se trata de una disputa entre una democracia de capitalismo autonomista y una autocracia de capitalismo vigilado.
Una guerra comercial no conviene a nadie: genera volatilidades en cotizaciones, tipos de cambio y precios; altera costos y contratos de manera imprevista; incrementa el riesgo político que afecta decisiones de inversión en el corto plazo; impacta en arquitecturas vinculares de empresas que operan aliadas en ámbitos internacionales y limita consecuentemente el crecimiento de la economía mundial y del comercio transfronterizo.
Pero es posible que ese escenario friccional esté mostrándonos una puja más profunda que recién empieza. Y que la guerra comercial sea un instrumento que pueda atenuarse o hasta reemplazarse, pero que no sustituya a corto plazo la puja en la nueva realidad que está para quedarse. Dice el científico Thomas Kuhn que paradigma es el esquema o modelo que una generación de científicos toma como telón de fondo de sus investigaciones, y que los paradigmas empiezan a debilitarse cuando no pueden dar cuenta de algún nuevo descubrimiento al que primero se trata de minimizar como si solo fuera una excepción hasta que las excepciones empiezan a multiplicarse.
La puja entre ambos ha creado una nueva bipolaridad y, por ende, es altamente probable que hayamos ingresado en una etapa de disputa de poder constante (con acercamientos y alejamientos periódicos). Y que ese nuevo "G-2" esté diluyendo la arquitectura institucional mundial conocida hasta hoy, lo que llevará al mundo a un "autonomismo competitivo" (en el que las diferencias se dirimen por parte de los países "mano a mano") que nos genera ya volatilidades y disrupciones.
Así, lo que está en juego en esta controversia no es coyuntural, sino estructural, no es un saldo sino un liderazgo, no es un pacto sino un sistema de normas impuestas como se pueda, ni es un capricho de un líder contra una nomenclatura, sino el planteo entre dos sistemas, en defensa de un lugar ante un cambio de época.
Especialista en negocios internaciones; profesor de la Escuela de Posgrado del ITBA

razonvsinstinto
20/05/2019

Ya no hay dudas de que no se trata de una guerra comercial, sino política. Por el poder. Por quién manda y decide.
Y hay guerra política porque son dos sistemas diferentes. Dos mecanismos distintos de generación de poder. Dos mecanismos que utilizan una plataforma diferente para la generación de armas en este enfrentamiento.
Armas que dejaron de ser desde hace un largo rato las basadas en la "pólvora". Las armas actuales se llaman corporaciones multinacionales. Y las corporaciones multinacionales con mayor capacidad de control y dominio de la situación son las relacionadas con el conocimiento y la alta tecnología no física (por ejemplo, hoy Google cuando antes era la United Fruit Company y después la Ford).
Entre Europa y los EEUU no hay guerra porque utilizan la misma plataforma, entonces hay competencia (Capitalismo en Democracia) y de esa competencia, los dos se enriquecen.
Pero China no usa esta "plataforma", no tiene acceso a la Democracia y el capitalismo democrático (reglas de juego claras, previsibilidad jurídica, etc) como sus oponentes (y por eso son oponentes).
Occidente y sus pocos aliados de Oriente, basan su generación de "armas de combate" mediante una "plataforma" basada en la generación de un ámbito donde prevalece el control de los hechos políticos y económicos en manos de la ciudadanía. Ciudadanía capaz de organizarse al amparo y protección de una Constitución y dispuesta a defender sus mandatos. Mandatos constitucionales que incluyen libertad de elegir, libertad de expresión, seguridad jurídica sobre la propiedad privada, seguridad del mantenimiento en el tiempo de las reglas de juego impuestas por la leyes, más todo lo que conocemos de un sistema de Gobierno Republicano.
Sistema que alienta a los emprendedores a innovar, descubrir, emprender con el objetivo de obtener ganancias en el ámbito que le toca y con la convicción de que en el futuro se respetarán sus logros conseguidos mediante el esfuerzo individual.
Es el ámbito de libertad y seguridad jurídica avalada y garantizada por la madurez cívica de la sociedad lo que impulsa este proceso de creación de riquezas a través de la inventiva y la innovación. Se apuesta por su país en busca de satisfacer sus pulsiones que derivan de la "egoísta ambición" de Don Adam Smith en el marco establecido por las instituciones y las leyes.
Ésta predisposición ciudadana para trabajar en colaboración con el otro, por asumir sus compromisos cívicos respetando los mandatos jurídicos y morales, con consciencia de la importancia de sus decisiones cívicas en cuanto acto que compromete al colectivo se realiza y que llega a la cima de la consciencia ciudadana al emitir el voto responsable en Democracia.  Esta capacidad de las sociedades de los países desarrollados que basan su organización en la Democracia se resume con los términos "sociedades con elevado Capital Social".
Sin Capital Social adecuado no hay Democracia ni competitividad en libertad.
Dicho esto, la historia y el presente de China permite aseverar que el Capital Social de este pueblo es extraordinariamente labil. Intentar un gobierno en Democracia en China es prácticamente una utopía. Y de lograrlo, difícilmente se aleje de un nivel de organización que supere a una Democracia como la boliviana o venezolana o argentina. Es decir, una democracia sumamente débil e incapaz totalmente de estructurar una plataforma capaz de competir en la guerra comercial que ahora está asumiendo. El caos administrativo y la inseguridad jurídica sería mucho peor a la actual y con ello, esperar un proceso de generación de innovadores y creativos de riquezas y tecnología de punta con las corporaciones multinacionales de premio mayor, es prácticamente imposible.
Por eso, si quiere evitar caer bajo la influencia de Occidente, la plataforma China está obligada a ser conducida por el Estado. Debe necesariamente resignarse a que alguien conduzca los hechos con la dureza necesaria que reemplace la debilidad que implica la incapacidad de dejarse conducir por mandatos institucionales y constitucionales y para ello resignar si es necesario áreas económicas a la opresión y explotación para reasignar desde allí recursos hacia áreas claves para compensar ese escaso Capital Social les es primordial.
Es decir, necesita mantener bajo asedio áreas económicas irrelevantes mediante la explotación laboral de decenas de millones de trabajadores y reasignar recursos desde allí a las áreas estratégicas (como los 67.000 millones de Huawei)
Esto, obviamente, no es Capitalismo. Es lo que es, una dictadura militar de guerra que asigna recursos dependiendo de las necesidades de guerra y no de las necesidades de la economía convencional y el progreso humano como los postulados de Adam Smith y John Locke establecen y son respetados donde el Capital Social lo permite. 
China no puede atenerse a usar la misma plataforma de los países desarrollados de generación de riquezas si quiere evitar ser dominada y por ello no va a ceder jamás a las exigencias de los EEUU.
Les va la vida en ello.
China si quiere evitar caer bajo la influencia de los países capitalistas desarrollados, se ve obligada a instaurar su propia plataforma de generación de poder. De corporaciones creativas de conocimiento e innovación. Lo saben, siempre lo supieron.
Lo intentaron a través del sistema comunista y fallaron -de aquí mi post "Finalmente no hay una Nueva Guerra Fría, en realidad es la misma de siempre. Solamente cambió el sistema de generación de armas en uno de los bandos"-
Y también de aquí surge mi postura de que ante un ganador, se impondrá su "plataforma". Y si gana la plataforma China, el perdedor probablemente se verá obligado, para evitar caer bajo la influencia del ganador, a adoptar el sistema más eficiente. 
Estaremos entonces, ante las puertas de una nueva Edad Media.

-"La Nueva Guerra Fría. Desarrollo vs Subdesarrollo. Occidente vs Oriente. Posmodernidad vs Medievo" "EEUU, China, Capital Social y dólares"-

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