La historia y Zaratustra. El verdadero progresismo y Zaratustra

Reproduzco en esta entrada un comentario mío en el blog de un conocido periodista y escritor que trata sobre la cuestión norcoreana.
Lo hago porque en él y en una respuesta al comentario de un forista amigo, expreso ideas que destacan la importancia de Zaratustra en nuestra historia y su protagonismo a la hora de definir al verdadero progresismo que quiero compartir (con un mínimo arreglo oportuno).
Este es.

Después de leer nuestra historia universal, si de algo no tengo dudas es de que no es la razón la que la conduce.
Una y otra vez las decisiones más relevantes la tomó y aún las toma la necesidad de superar, competir, siempre competir.
Entre las competencias, por quién es más poderoso, más ricos, más dominantes.
El débil siempre supo que estaba condenado más tarde o temprano a ser sometido, invadido y con suerte sobrevivir bajo el yugo de una tiranía extranjera.
Todo el continente americano desde el 1500 hasta el 1800 da prueba de ello (tal vez aún lo es).
También todo el continente africano lo es y en realidad los ejemplos a transmitir no se puede resumir en una colección entera.
La historia europea fué siempre una incesante lucha por predominar unos sobre otros.
El objetivo para conquistar prácticamente siempre fue motivada por la ambición, la codicia.
No existe razonamiento alguno que justifique una invasión y la matanza consecuente en la enorme mayoría de los conflictos bélicos.
La manifestación más peligrosa de este impulso, la codicia, siempre está escondida detrás de las excusas más inimaginables proveídas por lo que conocemos como “la razón”, cuando ésta en realidad no era o es más que la encargada de elaborar las elucubraciones que justifiquen la acción conducida por pulsiones de poder, de dominación, de ser más que el otro, de más riquezas, aunque no las necesiten.
El Requerimiento de los españoles detrás de una supuesta cristianización de los “pueblos bárbaros” de América son una prueba más que evidente de lo que intento transmitir.
O ¿Acaso no es una locura poseer un arsenal de bombas atómicas distribuidas por todo el planeta como para hacer desaparecer del universo cualquier rastro de la tierra?
¿Dónde está la razón?
Tal vez en algún rincón que intenta evitar el dominio más absoluto de nuestras pulsiones, pero no más que por allí. En nuestra cotidianidad la vemos a menudo, pero en nuestra organización internacional, generalmente se encarga de estar al servicio de nuestras pulsiones de dominación (solamente es posible verla actuar libre de presiones instintivas en los países más desarrollados de Europa)
El realismo, que no es otra cosa que la prevalencia de la imposición de la ley del más fuerte, es claramente el dominador absoluto de las acciones en la política internacional.
Y créame, su herramienta más paradigmática y eficiente se llama capitalismo (guste o no a aquellos que creemos en él para la conducción de nuestras economías)
Sin embargo, la historia dió un giro revolucionario cuando se descubrieron las modernas y nuevas armas de dominación que permiten conformar fácilmente a ese instinto de dominación y competencia y así evitar que nuestros primitivos impulsos se inclinen por la guerra y los genocidios.
Me refiero a las famosas corporaciones multinacionales.
Estás nuevas armas permiten competir, dominar, superar al otro, en definitiva absorber todas las intenciones de nuestros impulsos que en otras épocas solamente se satisfacían mediante la conquista bélica y el sometimiento y saqueo directo de los pueblos más débiles.
Pero con una crucial diferencia.
Estás "nuevas armas" no necesitan matar, someter, humillar para competir la más de las veces y más importante aún, compiten produciendo bienes y servicios, algunos más dañinos que útiles como el desarrollo de energías y sus derivados capaces de cambiar el clima del planeta entero, pero la mayoría de ellos extraordinariamente útiles como las curas de enfermedades antes mortales a través de la competencia entre industrias transnacionales farmacéuticas o tecnologías que incrementan increíblemente la capacidad de producir alimentos, entre miles de ejemplos posibles.
Hoy, que duda cabe, la competencia está sumergida en ésta lucha por quienes poseen las corporaciones más eficientes y en mayor cantidad.
China, el mayor riesgo por lejos para el equilibrio bélico internacional está metida de lleno en esta “beneficiosa guerra mundial” (a menudo desembarcan en latinoamérica empresas chinas que intentan incrustarse en ésta lucha, mientras Corea del Sur ya lo logró hace poco, Japón hace bastante y Rusia eligió el mismo camino aunque con más dificultades, pero está).
De hecho, estoy convencido que la descolonización de África fue luego de descubrir lo innecesario era la dominación militar, ya que nada podía evitar que los pueblos africanos, si querían sobrevivir económicamente, debían permanecer abiertos al control de las corporaciones multinacionales.
Que duda cabe, la única opción racional para encaminar el riesgo norcoreano es contenerlos hasta que algún día se incorpore a esta “benéfica guerra” como lo ha hecho su pacífica hermana Corea del Sur.
¿Como lograr semejante objetivo?
No tengo la menor idea.
De lo que no caben dudas, sabiendo que es dificilísimo contar con la razón para evitar una catástrofe nuclear, lo mejor es ser lo más pragmático posible.
Creo que Corea del Norte está muy expuesta a una hambruna fenomenal y por ello su psiquiátrico gobierno recurre a dos recursos, la extorsión internacional para recibir ayuda haciéndose ver cómo lo que realmente son, unos locos de m…. capaces de cualquier barbaridad y al recurso de comprometer en la táctica a nuestros instintos. Aquel que desea vernos fuerte, competitivos.
Que mejor que mostrar la imagen al pueblo de que tienen un gobierno capaz de luchar de igual a igual contra cualquiera, incluyendo a los “malditos imperialistas y explotadores norteamericanos” (recuerdo ver la imagen de este instinto en el rostro de cada argentino amuchado en las plazas del país cuando unos delirantes gobernantes nos mostraban lo fuerte éramos al enfrentar al “enemigo imperialista inglés” en la gesta de Malvinas, una farsa total pero que al recurrir a nuestros impulsos tuvo un fenomenal, aunque transitorio, éxito).
En fin, si bien es probable que no esté escribiendo más que tonterías, tal vez algo de razón tenga y aporte un granito de arena en el desierto.
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hector l Ordonez.
4 September 2017 at 12:56 am

razonvsinstinto ............. su exposicion,
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razonvsinstinto
4 September 2017 at 1:06 pm

Gracias por su apreciación Héctor.
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Manuel
4 September 2017 at 8:25 am
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¿qué por ciento La Razón, cuánto Competir? He ahí el detalle. Y, ¿cuánto las pasiones de otro tipo, la ignorancia y fanatismos, y complejos y miedos y sistemas corruptos y torcidos, y personas corruptas y torcidas, y creyentes de un curso de la humanidad y ciegos vengativos apasionados de un camino que no lleva a lugar sano, etc.?
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razonvsinstinto
4 September 2017 at 1:05 pm

Manuel, oportuno su comentario
Permítame mi opinión al respecto y tómelo como de quién viene, un curioso lector y no más que eso.
Su pregunta la puedo traducir a ¿Cuánto interviene la razón en la organización de las sociedades y cuánto la competencia, que no es otra cosa que la expresión de un instinto que nos obliga a competir y superar?
Soy un convencido que de la respuesta a esa pregunta surge la evidencia de si se está ante una sociedad progresista o no.
Lo aclaro.
El verdadero progresismo, desde mi posición ideológica (muy particular por cierto), es aquel dónde vemos a la razón conduciendo y organizando a la sociedad.
Cuánto mayor participación de la razon, más “progresista real” es la sociedad en cuestión.
Obviamente, al revés, cuánta más prevalencia de nuestros instintos o pulsiones en el entramado funcional de las sociedades, menos progresismo habrá.
La pregunta obligada que surge es ¿Cómo sabemos cuáles son las sociedades donde la razón se impone en su organización y en cuáles las pulsiones?
La respuesta es fácil hallarla.
Está en la eficiencia de las instituciones.
Las instituciones son creaciones generalmente ideadas y estructuradas por la razón libre de cualquier presión externa o interna (puede que alguna injerencia exista en su formulación desde la envidia o la codicia, pero estoy seguro que no llegan a conformar el espíritu de la idea y su implementación)
En las sociedades donde las instituciones funcionan tal como fueron pensadas, es fácil e inevitable advertir a la razón en su organización.
El ejemplo más claro y evidente donde se puede observar esto es en los países de Europa occidental.
Dónde la razón a través de las instituciones logran envidiables guarismos de distribución de la riqueza, dónde los beneficios del crecimiento económico y tecnológico les llega a la enorme mayoría de los ciudadanos y solamente dejan un lugar al instinto, es decir, a la competencia, al mantener al capitalismo como su sistema económico encargado de proveer los bienes y servicios, pero que después son eficientemente redistribuidos a toda la sociedad (saben que el límite de la injerencia de la razón en su organización económica se llama capitalismo).
Pues bien, tal cómo fue “pensado” el sistema, así es como funciona.
Es tal el nivel de progresismo logrado por estos pueblos, que les permite competir en el mercado internacional con fenomenales cargas impositivas a las empresas y aún así mantenerse competitivas (en cualquier país donde no se observe la presencia de la razón en su organización, una carga impositiva como esas hace que los capitales automáticamente se vayan en su totalidad a otros destinos más “favorables”).
Exactamente lo opuesto ocurre en los países donde el verdadero progresismo aún no ha tocado sus puertas.
Allí, las instituciones difícilmente funcionen (ni siquiera en su mayoría son capaces de tener una sola, ya que la primera y fundamental institución para que la razón se imponga, necesariamente debe ser una “Constitución en democracia”).
Entonces aparece lo que ud menciona en su comentario, la ignorancia, fanatismos, miedos y complejos y sistemas corruptos y torcidos, etc.
Analizando brevemente el fenómeno de la corrupción ya es posible distinguir perfectamente que sociedad es verdaderamente progresista (es decir donde la razón se impone a las pulsiones o instintos) y cuál no.
Las instituciones, guiadas e ideadas por la razón, obviamente asumen que la corrupción es un delito y por tanto digno de un castigo.
En los países desarrollados, donde las instituciones funcionan eficientemente, entre ellas las judiciales, si un funcionario se deja dominar por el instinto de poder, de superar al otro y recurre al robo de fondos públicos, es probable que sea descubierto y si así fuera, nadie duda que le deparará la cárcel como la institución y la razón manda.
Es por éste simple motivo que difícilmente la corrupción conducida por nuestras pulsiones pueda generalizarse en estos países.
La razón gana y se impone.
Exactamente lo opuesto ocurre en los países dónde la razón tiene escasa participación y por tanto las instituciones difícilmente funcionen como corresponde.
Acá la norma es, presionados y conducidos por pulsiones de poder, enriquecerse para competir con otros que se enriquecen también mediante el robo liso y llano de las arcas públicas.
Sin instituciones que controlen y puedan cumplir sus prerrogativas, todos caen ante la tentación del instinto.
Y si son descubiertos, como la razón no aparece y por tanto las instituciones no funcionan (tampoco las judiciales) ni siquiera van presos.
De hecho, es tan poco el progreso de estas sociedades que aunque sepan que sus funcionarios son ladrones, vuelven a votarlos guiados por intereses individualistas, ignorancia lisa y llana e instintos que los conducen muchas veces al abismo.
El instinto gana y se impone.
El verdadero progresismo no es para mí, a lo que asocian las mayorías, es decir, ligado a ideas socialistas.
De hecho, las ideas socialistas en una sociedad verdaderamente progresista funcionan perfectamente, mientras las ideas socialistas en sociedades dónde la razón poco interfiere en su organización, produce catástrofes que los latinoamericanos conocemos muy bien como populismos.
Un país con políticas liberales también puede ser considerada perfectamente progresista desde ésta óptica. Por ejemplo, los Estados Unidos donde el liberalismo económico los conduce bajo el control de la razón a través de instituciones eficientes.
Esto es para mí el verdadero progresismo y estoy convencido de ello.
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razonvsinstinto
3 September 2017 at 2:34 pm
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Algo más.
Extraordinaria columna del señor Montaner.
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